MONTENEGRO, SILVIA
*
Todos merecemos un remanso, dice el pico rojo del ostrero.
Un picnic.
Un mantel bien grande donde apoyar la canasta.
Distribuir la abundancia de las almas, dice la gaviota
y vuela bajo.
El lenguaje de las aves en instrumentos de viento.
Pensar, es esa música que se oye.
De La Bruma
*
Triste de vivir y mirar sólo la mitad del universo.
Dejé morir a los cactus y a los hijos de los hijos.
Dejé el cielo de la casa.
(Ahora pide un destello, una caricia, una limpieza con flores.)
Mi casa, el cielo de mi casa sin música.
¿El dolor ajeno es ajeno?
¿Qué no es afuera que no sea adentro?
*
-Si por esas casualidades
el tiempo existiera
y no fuera sólo un puente a la libertad,
te pediría
la botella vacía de las estrellas
el crimen equivocado
tu sueño despierto.
-Perdón,
¿sabía usted, mi reina, de la insoportable soledad de mis noches,
de las retinas en la garganta, de los reclamos del fantasma?
¿Sabía acaso del ritual de estar siempre adentro de mi adentro?
-Todo lo sé.
Sé de tus hijos sin ojos
de tus cactus como hijos.
Pero lo que más sé
es de las fronteras de tu muerte.
Hay en tu ardor un dolor feliz de arder.
*
-Mi príncipe,
no hay lugar para los que caminan entre la furia y el pudor.
Tenemos la arrogancia de vivir con la dudad de vivir
y eso se paga.
¿Qué alma puede resistir el vértigo de lo inconcebible?
-Mi violenta, mi dulcísima,
inventarse una vida es tan cruel
como obligarse a la felicidad.
*
-Y mis ojos, reina,
¿nada vio en su espesura?
De ellos nacen campos sembrados de incienso.
Y allí su cuerpo deshaciéndose, despegado de mí,
en visiones de águilas,
de espejos partidos para unirnos por última vez.
Gemelos,
sin máscaras,
con la sangre intacta y el destino sin retorno.
¿Por qué se empeña en domesticar mi danza?
-Porque fui tu madre apareciéndome en sueños.
Fui la bendecida,
tu caos,
tu ceniza
tu sexo.
Más te amamanté más te aniquilé.
No puedo rescatarte de mí.
De Los Príncipes Oscuros
*
Me pide que me vista
de rojo, que lo mire a los ojos
que vuele.
Ruega el perfume del antebrazo.
Se anida.
Busca un nogal y se anida.
Me quiere en la oscuridad
me quiere morena y horizontal
quieta y astuta.
Asomarse en la paz de mis zapatos
danzar en la anarquía.
Yo sólo quiero bailar infancia
y que mi madre
cante.
*
He venido vaciándome para llenarte.
No tengas miedo.
El enigma es buscar lo que ya encontramos.
Lo que no tuvimos
late en el fondo del mar.
Y están los peces en blanco y negro
comiéndose los restos.
Por eso el nudo en la garganta,
la inercia de lo que no fuimos.
De El diablo pide más
AVENIDA 9 DE JULIO
(Si el futuro es la hoguera, que caigan bengalas, que siga la fiesta.)
Tienen lo que tienen,
que es nada en el centro de la nada.
Exhalan.
Son los peones del desconcierto.
Son las mil y una noches arrancándose el obelisco
de las piernas de la boca que besa
la línea blanca en la espalda.
Inhalan.
Son hijos de la hostia angelada,
son la magnum que apunta.
El alivio es un dolor ahí al costado
a metros de elegir vivir o no vivir.
Que siga la fiesta.
Que caigan bengalas.
Todos quieren dormir aquí estrellados
porque ¿sabés?
Oyen ríos como jazmines negros.
EN EL BAR DON RAMÓN
En el bar de don ramón somos todos almas en pena.
Bellos y dolorosos como los cinco minutos del amor.
Manjares del solitario.
Fluidas sus narices en qué perfume.
Cae el vaso y derrama todas las lenguas.
El vino es una calumnia.
Balbucean algo parecido a cielo.
Las hadas del mezcal nos acercan al cielo.
Taos de la calle.
Falos que engullen migas,
arrastran la carne el pan
y lo tragan como a una sobra de invierno.
Bienvenida mamita al oleaje del sudor
(el poeta clava un tramontina
como un verso inalcanzable que sacia).
Los miro y cruzo las piernas y los dedos
escondiendo si pudiera el temblor.
En procesión carromatos ofrecen flores, yerba buena.
La avenida es un espejo de pequeñas arañas
que se indigestan con seda amarga.
Me voy deshaciendo en un pandemónium cristalino.
Sostengo con un pie la moneda que di.
No sé si son las manos o la mesa,
todo se mueve en redondo.
La vida es un reloj y recuerdo a Borges.
Sus senderos, sus esferas.
El perfecto copo de nieve del que habló mi hijo.
La carterita que trajo de la feria del Rastro.
Y el no escribas mamá si no es preferible al silencio.
Prófuga deshielo socavo el cielo tan triste.
Don ramón limpia el tiempo.
Barre el escombro como a un lucero.
Pasa la cuenta.
Un vino.
Una milanesa.
Cinco pesos de cubierto.
Y la copa deje nomás.
Copa rota en mi boca partida.
Camino en el patio de los suspiros.
Cruzo San Telmo con sabor a ajo.
Sin un peso. Con hambre.
Sin embargo sonrío
con la sinceridad generosa
de quien renuncia
a todo.
A Juampi
HUERGO ESQUINA GARAY
Doce horas esperaron niño y perro que el comedor abriera
y el baño abriera
y el agua saliera de las tripas solas.
Solos quietos acurrucados.
Alguien va a comerles la piel de que caigan panes del cielo,
restos de células madre sin madre,
que adónde están,
si no se las llevaron las placentas del viento.
La fiebre en las chapas que se vuelan.
Los ombligos ahí perdidos entre la mierda y la esperanza.
El comedor abrirá a las doce, cuando los vientres inflados sean lo único humano que les quede.
La esquina de las horas. La retina del murciélago.
Afuera.
Siempre vivir con los ojos así.
A Sofi
LA LÍNEA ROTA
Llevamos una tristeza que desconocemos.
Detrás de los ojos guardamos lo que nunca hemos dicho.
Vemos esqueletos de ballenas en las nubes.
A veces la belleza es ese hastío.
Madre hurga la basura
y nos relame.
Hablamos solos.
Hablaremos con iguanas cuando todo acabe.
Algunas noches cenamos con dios en el cenáculo.
El punto álgido es el sol.
Encandila el tiempo. Lo quiebra.
No tenemos casa.
Acontecen caracoles.
Nos tapa un agua roja.
Nos nacen gajos.
Somos multitud.
Somos el Everest.
Nos deslizamos en una balsa de nieve.
Vamos a pique.
Tocamos el hilo de sangre en la alfombra.
La alfombra es un inmenso lago.
Desde ahí miramos la única estrella.
(inédito)
LA RUBIA DE ENFRENTE
El que goza su cuerpo nunca sabe
cuándo respira
cuándo es astuta
cuándo besa de verdad.
No sabe de domingos al pie de la nada,
ni de eso que duele en la tarde
y no el día después.
De eso que es hoy,
porque mañana es viejo,
y de puro viejo es triste.
Los hombres sin luz comen de su luz
y ella chorrea entre sus piernas el jugo que más les gusta.
El después
será entregarse a un mandala indescifrable.
Nada que se parezca al amor.
Las pasiones son un ombligo gigante
y no hay dónde hacerse fuerte.
MUJERES
Me siguen.
Caminan por la misma senda.
Saben que no tengo y sin embargo,
parecen regocijarse.
Soy la vaca flaca.
Los siete años de vacas flacas.
No le pidan más velas a mis santos.
Mujeres vendiendo al por mayor
lo que les quitaron al por menor.
Adónde van con alas de tiburón colgando de sus fauces.
Adónde voy cuando no alcanza con arrodillarse.
Soy el pez en el anzuelo que desemboca en mi propia sed.
Nadie te regala nada y está bien.
Comprar, vender, atorarse de pasto seco
y tragar como se pueda la única lágrima.
¿Quién tiene un hijo o diez hijos y canta?
¿Quién sonríe de verdad sin antes lamer el éxtasis de la tristeza?
Cada una lleva su ciudad oculta,
el paso firme, una granada en los ojos.
MUJERES
Me siguen.
Caminan por la misma senda.
Saben que no tengo y sin embargo,
parecen regocijarse.
Soy la vaca flaca.
Los siete años de vacas flacas.
No le pidan más velas a mis santos.
Mujeres vendiendo al por mayor
lo que les quitaron al por menor.
Adónde van con alas de tiburón colgando de sus fauces.
Adónde voy cuando no alcanza con arrodillarse.
Soy el pez en el anzuelo que desemboca en mi propia sed.
Nadie te regala nada y está bien.
Comprar, vender, atorarse de pasto seco
y tragar como se pueda la única lágrima.
¿Quién tiene un hijo o diez hijos y canta?
¿Quién sonríe de verdad sin antes lamer el éxtasis de la tristeza?
Cada una lleva su ciudad oculta,
el paso firme, una granada en los ojos.
PLAZA MISERERE
No soy ellos pero entre ellos
escribí la sombra.
Borré la sombra y encontré un túnel.
Había una desembocadura
y era una plaza
con restos de mí entre las palomas.
Una gran puerta se abrió.
Una herida se abrió.
Era yo una paloma sin canto.
Fui entonces a tenderme bajo el silencio del biguá.
Quise escribir eso y decir la luna canta como Amy.
Pero mi voz es un tren que no frenó.
Un tren que siguió caminos sin ungir antes del vacío.
No soy ellos pero entre ellos veo mi rostro.
Puse mantel de flores y serví agua en una copa azul.
Vino hacia mi mesa el zumbido de los que duermen en
mantas húmedas.
De mi brazo nació una araña, un hilo negro y dulce
sosteniendo lo insostenible.
No soy ellos pero con ellos me hundí en la noche.
Lo real en un pasillo en demolición.
No sé qué me pasa, en qué vida soy.
En quién escribo cuando los recuerdos llegan
y quedo sin blindaje, sin techo lo púrpura.
En las horas sin pájaros
soy ellos entre sus rostros aunque no vea el mío.
Hay días así,
desmoronándose.
TORMENTA
Tomamos un margarita cuando cae el primer rayo.
El mar parece infinito.
No hablamos.
No decimos que el mar es infinito.
No decimos el gris.
Bebemos la calma.
Esa rareza.
(inédito)