GAL�N, RA�L
CANCIÓN PARA SEDUCIR UN ÁNGEL
Mi oveja ramonea manojos de luz fina.
El aire la decora de azul ana-maría.
Señorita Poema, niña de cielos rubios,
La dalia de los sueños madura en tu capullo.
Estimada corzuela y muy señora mía,
Atentamente beso la luz de tus orillas.
Virgen de los violines, señorita Poema,
Ayer una gaviota y mañana una estrella.
Por ti claman los ángeles con sed y pesadillas.
La rosa de los vientos se despeina y conspira.
Señorita y antojo, niña de azules grillos.
Dos ágiles magnolias derogan tu corpiño.
Mi flor y mi alimento, mi oronda maravilla,
Ancladas en tu seno gimen las golondrinas.
Yo no te digo nada, señorita Poema,
Apenas mi canción y mi silencio apenas.
Prometida del sueño, el aire, enamorado,
se desangra en azules y raudales de pájaros.
Ternera de oro, muge tu dulce epifanía
que a tus pies enmudece la muerte ya vencida.
Señorita Lucero, niña de las alondras,
en tu vientre reclama de soledad la rosa.
Señorita Milagro, mujer y antología;
te canta una saeta el toro de la vida.
En un talón claveles, en un hombro la aurora,
mientras estas palabras te besan y coronan
en el centro del mundo despierta una paloma.
CANTO A JUJUY – I. PRELUDIO
Jujuy le han puesto de nombre,
debe ser cosa de Dios;
en el idioma del cielo
así se llama el amor.
1
Doy gracias al Señor; las maravillas
lo anuncian en Jujuy,
esta gota de cielo derramada
como un milagro azul,
Buscan los cerros el nivel del canto
con vocación de luz,
en silencio los hombres tejen su alma
sin culposa inquietud
y en las noches del Zapla se desnuda
como espada de Dios la Cruz del Sur.
2
¡Qué difícil entrar en el concurso
de poetas del pago!
Competir con el grillo de la noche
rezador como un beato.
El coyuyo es un brujo que sazona
las frutas con su canto.
Un melómano viento distribuye
medallas a los pájaros.
En Jujuy todo canta, Es mi provincia
un poema perfecto, un himno, un salmo.
3
Aquí los muertos rezan por nosotros
y bendicen las tardes.
Aquí brota la flor y nace el hombre,
de las raíces madres.
Aquí el silencio crece como un árbol
productor de verdades.
Quizá por eso sube por mis tuétanos
este amor inefable
y asumo a mi provincia y la enarbolo
sobre el eterno mástil de los Andes.
COLLA MUERTO EN EL INGENIO
Apenas se durmieron los cebiles
la noche derramó sus brujerías
y ya lo están llorando los candiles.
Que bajen a rezar las Tres Marías
y que el Angel Fidel que lo guardaba
le cante las mejores letanías.
No era más que un cardón que caminaba,
no era más que un cardón con sus espinas
y la flor milagrosa que lo honraba.
Pero, por él las tardes campesinas
conocieron la melga y las majadas
y eran las estrellas sus vecinas.
Largo tiempo soñó con las quebradas
cuando luego las fábricas del llano
molieron sus fatigas y jornadas.
Por amigo del cerro tan lejano
lo acompañaban siempre sus ayeres
y llevaba el Silencio de la mano.
¡Ay, qué exilado está de sus quehaceres,
tan gravemente muerto y de cuidado,
sin flores y sin llanto de mujeres!
Se murió sin querer, casi forzado,
¡y vino el capataz rompiendo vales
a dejarlo cesante por finado!
¡Cómo lo han de llorar los carnavales!
Lo extrañarán a fondo sus quebradas
y las carpas de diez cañaverales.
¿Qué remotas, qué cándidas majadas,
cuidarán sus afanes pastoriles
en las altas y azules hondonadas?
Pero ya se durmieron los cebiles
y en la negra capilla del boliche
sollozan, tartamudos, los candiles.
Mientras muelen su sombra en el trapiche.
ELEGÍA A MARÍA ADELA AGUDO
Un friso de morenos leñadores
recibe para siempre tu guitarra
y una mística cigarra,
en el cielo de las flores,
ya convoca a los ángeles cantores.
Su rizado crespón de llanto, el grillo
junto a tus sueños últimos despliega.
Rendido capitán, al fin entrega
las armas de la ruda y el tomillo
y el vibrante bastión del espinillo.
Cuando caiga el cristal del limonero
en la lengua caliente del verano
irá tu nombre ufano
como un polen ligero
de bordón en el bordón, de mano en mano,
hacia el cielo triunfal del cancionero.
Entre suaves bejucos turbadores
dormida estás, cansada centinela.
Amiga, no demores:
necesita la noche tu candela,
necesitan los sueños tus licores,
¡nos haces tanta falta, Maridela!
Aquí mi llanto está. Cae mi llanto
junto a las ruinas mudas del estrago.
¡Cómo has podido, Negra, morir tanto!
Por las dulces sonrisas de tu halago,
por tu rota canción, ¡oh, Cielo Santo,
hay cendales de luto en nuestro canto
y hay escombros de sueños en Santiago!
GUAHCHI, TORITO
“… en los cueros trae invierno
y en el balido verano”.
Copla popular
De la punta del cerro con su tonada
bajó un toro rezando como un cristiano;
su balido nos trajo todo el verano
y una flor trajo el aire de su cornada.
Guahchi, toro, torito de la Quebrada,
compañero de rondas, piadoso hermano.
Navidades celestes van de tu mano
a un retablo de sueño, de nube y nada.
Te saludan los vientos con sus tambores,
recentales de playa, toros de río,
mientras subes la escala de los cantores.
¡Llevarás en tus astas un verso mío,
tú, que vas para el cielo paciendo flores;
guahchi, toro, torito del coplerío!
A Eduardo Falú
II. MI TIERRA
Hoy tres leyes en mis pagos:
La Quebrada es para amar,
para vivir es el Llano;
la Puna, para rezar.
1
Dios se puso a soñar y nació el mundo
sólo de sueño y nada.
Como El es el amor, de puro amor
hizo nacer mi patria.
Son lágrimas de Dios enamorado
las lagunas de Yala.
La creación más perfecta de sus manos
se llama La Quebrada,
esa tierra que trepa sobre el aire
para besar las olas de sus barbas.
2
El asombro ilumina a las gramillas
en los húmedos valles.
¡Qué alegría trasiegan los arroyos
junto a los trebolares!
Un mar de caña dulce ondula y canta
sobre la tierra madre.
Azul y rosa, tarcos y lapachos
dicen eternidades
y cuando brilla el sol lucen las tuscas
monedas de oro que recuenta el aire.
3
Al visitar la Puna no preguntes
si es realidad o sueño.
No indagues si es la luna o es el sol
este farol inmenso.
Las celestes estancias tienen puna
y Azul Pampa es el cielo.
En el brazo más alto del cardón
ha brotado el lucero.
Orosmayo: Vía Láctea de la arena.
Un río de oro cruza el firmamento.
III. EL HOMBRE Y SU AVENTURA
El cielo ya lo anunciaba
con un mensaje muy claro:
es destino de mi patria
un eterno azul y blanco.
1
En la punta baquiana de su fija
relucía el dorado,
cuando vino el horror de los fantasmas
barbudos y a caballo.
Contra aquellos señores de la muerte
se batió como un bravo.
Esperaba el auxilio de los dioses,
pero todo fue en vano.
Huérfano, alzó la vista hacia los cielos
y la Cruz cobijó su desamparo.
2
Bautizando los pastos con su lengua
se instaló el forastero.
Cosechó pepas de oro en Rinconada
y sal en los esteros.
Soledad y nostalgia lo cercaron
con puñales de fuego.
El amor lo asaltaba en los crepúsculos,
desarmado y sediento.
Sembró los vientres de las indias jóvenes
sin saber que engendraba un mundo nuevo.
3
Los retoños del hombre han madurado
con dimensión de pueblo;
de Buenos Aires vino la consigna
cabalgando los ecos.
Este fue el escenario de la gesta,
su teatro más sangriento:
once veces la tierra fue arrasada
y recobrada luego.
-Así se conquistó la libertad-,
recuerdan con orgullo los jujeños.
IV. LOS FRUTOS
La Argentina de mañana
será un fruto de mi pago.
Los Altos Hornos de Zapla
acuñan patria y arrabio.
1
Como sembrada de hombre está la tierra
en obras y esperanzas.
El azúcar madura en los canutos
con rumor de cigarras
y ya besan el aire los penachos
anunciando la zafra.
Cañaveral adentro, en la malhoja,
alumbra una chaguanca.
Con una pesadilla de machetes
se ha dormido el trapiche de la fábrica.
2
Mugen los ríos, balan los arroyos
y retoza la vida.
Hay un amanecer de recentales
en esta tierra mía;
por su amor brama el aire y la requiebra
con mañosas caricias.
En las guampas de un toro va ensartada
la muerte, malherida.
Un rebaño de ovejas cruza el valle
y renueva una estampa de la Biblia.
3
Por el cablecarril viajan los cerros
de mojón en mojón;
más hermoso que nunca el Zapla muestra
sus tesoros al sol
y cambia por acciones de la patria
un hierro de mi flor.
Un ángel abandona su crisálida
manchado de carbón
y un vibrante relámpago se baña
con luces de bengala en el crisol.
SE ME HA PERDIDO UNA NIÑA
A Lino Enea Spilimbergo
y Jorge Hernán Zucchi
3
Era cuando los domingos
estaban junto a nosotros.
¡Qué claridad de ventanas
y en nuestra mesa qué gozo!
Cuando llegaba la hora
de la sal, nuestras palabras
brillaban tibias y limpias
en el mantel y en el alma.
Viene un día y otro día y vejeces y distancias…
ya no recuerdo en qué tiempo
nuestros retratos descansan.
¡Ay, qué soledad la mía!
¡Ay, qué soledad tan larga!
¡Yo muy lejos… y en mi tierra
vuelven a estar las montañas!
4
La luna puso a secar sus enaguas en los techos.
Venid a ver cómo cuelgan
puntillas de los aleros.
¿A dónde va ese muchacho
gritándome su silencio,
el corazón en la mano,
alucinado y tan muerto?
¡Ah, sonámbulo sonriente
lacio de ayeres y sueños!
¿Ya quién me dirá el final
cristalino de los cuentos?
Se me vinieron encima
todos los duendes a un tiempo,
¡San Serení de la Ronda,
cómo duelen los recuerdos!
5
El niño tiene una pena
colgando de las pestañas
y un dolor que no le duele
pero le duele en el alma.
Las margaritas desnudas
entre los tréboles danzan
con la campana del ángelus
y el ángel de la campana.
¿En qué cofre está dormido
el patio azul de la infancia?
(Despierto, un lobo de trapo
está mordiéndome el alma)
6
La niña vino en la barca
soñolienta de la luna.
Hilo de plata, las jarcias;
hilo dorado, la ruta.
¡Cómo brillaba el baje!
Hilo de plata, hilo de oro
y en el timón San Gabriel.
Los chilicotes cantando
le dieron la bienvenida;
olvidadas que son flores,
las campánulas tañían,
y cantaba el timonel.
Hilo de plata, hilo de oro,
la canción de San Gabriel.
Un duende medio punteado
baila una zamba en el cielo
y en el plomo de su mano
la luna se hace un pañuelo.
La barca en el remolino
y todo el cielo al revés.
La niña quedó colgando
de la estrella Nosequé,
montado sobre un cometa
corre a salvarla Gabriel…
Se me ha perdido una niña,
se me ha perdido una niña,
se me ha perdido una niña…
¿Cómo seguía después?
El hilo de la leyenda
se me ha perdido también.
7
En el aire de los pinos
la soledad se deshoja
¡Ay, que me ayuden los niños
a buscar mi vieja ronda!
Traedme la luna nueva
y que vengan las palomas
a volar sobre la senda
donde he perdido la ronda.
Dejadme llamar a gritos:
¡Ronda, Ronda, Ronda… Ronda!
El eco, con voz de niño,
(dice: ¡Sombra, Sombra… Sombra!)
¿Dónde se esconde mi ronda?
Una niña y un muchacho
vuelan como dos alondras
con la ronda entre los brazos.
– ¿Quién es ése?
-Calla, un viejo
que baila solo en la sombra.
SE ME HA PERDIDO UNA NIÑA
A Lino Enea Spilimbergo
y Jorge Hernán Zucchi
1
Se me ha perdido una niña
en el jardín de la ronda.
(Un sauce, grifo de penas,
deja caer su congoja).
Una sombra en el camino
olvidado de la infancia
corre buscando contornos
al sueño y a la nostalgia.
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����������.
¡Socorro, salvad al niño,
que esta trepando a la luna
por el cordel traicionero
de la ronda! ¡Que se fuga!
¡Que se va hacia los jardines
de atrás, ayer y allá nunca!
Se me ha perdido una niña.
¿Era morena? ¿Era rubia?
2
Me iré llorando distancias,
muerto de silencio y duda,
a buscarme cuando niño
por un camino de brumas.
El muchacho en la pizarra
dos corazones dibuja;
y unas trenzas presumidas,
entre campanudas fugan
Yo me llamaba Raúl,
hijo mío y ven criatura:
estaban tus manos, madre,
acariciando mi angustia.
¡Ay, de la falda y el trino
y esta nada tan profunda!
(�los azahares del silencio
mueren de amor por la luna).
THIS IS THE BALLAD OF THE LAND AGENT
A Carlos Héctor Campero
rematador entre los justos
(In memoria suam)
Excuse me!, pardon, sir: están en venta un castillo
cerca de la bahía del Never-Never Land.
Se abren sus ventanales al Lago del Olvido
donde se baña en sueños la flor del Never Land.
(Adiós, Jujuy, hermanos,
adiós, mi Tucumán).
La venta será ad-corpos con todo lo plantado
o adherido al suelo feraz del Never Land
Se agregan los tapices, los muebles y los cuadros
y aun la castellana de Never-Never Land
(Adiós, Jujuy, hermanos,
adiós mi Tucumán)
Tierras de dulce renta circundan el palacio
regadas por la linfa del Río Never Land.
Contempla mis carteles: allí he sembrado un canto
que brota entre los surcos del Never-Never Land.
(Adiós, Jujuy, hermanos,
adiós, mi Tucumán).
Allí solo tu nombre repetirán los ecos
dormidos en las cuevas del Never- Never Land,
en donde el musgo canta y hay alas como pétalos
y arrullos de palomas que dicen �Never Land�.
(Adiós, mis compañeros,
adiós, mi Tucumán).
Los pinos del crepúsculo (o quizás no son pinos
sino noches en marcha que van a Never Land)
rezan por tu descanso, por el descanso mío
y por la paz eterna del Never- Never Land.
(Adiós, Jujuy, amigos,
adiós, mi Tucumán).
Para el último sueño en su lecho de siglos,
que custodian las torres del Never-Never Land,
con perpetua sonrisa, fiel como el destino,
tu dama ya te espera, señor del Never Land.
(Excuse me!, pardon, sir:
I`m dying for a drink).
Adiós, Jujuy, amigos; adiós, mi Tucumán.