GRUSS, IRENE
A FUERZA DE AMOR AL MAR

Mascarón de proa,
rígida como aleta del pez
sostengo un navegar a pura fe, sin destino más que
el llegar a tablas.
No hubo entonces drama
o naufragio; tu madera es
ese cartílago del que la carne se suspende
y avanza lejos,
atontada por las olas, enceguecida
por ese llegar
a santo de qué, vida,
sino largar espuma al costado
envejecer crujiendo, carcomiendo el esmalte
de una estampa, supuesta
protectora de la nave.
Pero suave
cartílago, erguido a fuerza
de amor al mar
ahora eres una
madera vieja que pasa
de un golpe del agua a otro
y te sostienes, mascarón,
a proa�

DE TODO, UN POCO

I
Lo que se guarda en el tintero: el moho por el musgo, las pajas por el trigo, la deuda o la duda; no se dice.

II
Esos pájaros que pasan, esos pájaros, chirrían debajo del cielo, aspiran a subir, ah, la avidez, y aquella carenciacomo rumor absurdo latiguillo.

III
Lo que quedó en el tintero, aire guardado para morir así.

IV
Lo que se barre bajo la alfombra, el polvo no se dice.
El hilo; la hilacha. Lo que se esconde; lo que uno tapa con gerundio, énfasis de aquí y de allá, plurales de pájaros, moscas arreboles, intensidades, vacío que uno tiene y se tapa.

V
Y la herida, azul como ese sol que baja y corrompe. Lo que dolía se corta.VI
La burla, como fe. Se miente eufóricamente.

VII
Esa quietud en el vaivén, aletargado en consonantes, “se sabe, se sabe”, pura alegoría del vaivén, no duele, no certifica la palmada en el traste de una vida, eso que se tiene a fuerza de colgar y descolgar la ropa o la derrota, eso también esquiva el bulto y no hay tu tía.

VIII
Y si así fuese, decir tengo apenas, como una virtud que mastica arroz, bebe té, un tercer ojo pasado de haschís y a cremar en el Ganges, la aceptación de qué sapiencia, de qué ritmo al escandir la tabla, la arpillera, esa guirnalda de flores a un lado del cadáver.

IX
Hay que pagar; como si esto fuera poco hay que pagar vaciar esa alcancía verse deudor en un haber y que no baste. ¿Pero basta? No alcanza: hay que decirlo.

X
“Un pedazo de pan, tampoco habrá para mí?”,* el guiso, el caldo de hueso y a dormir. Ruido en la barriga y sueño: soñar también con lo vacío.
*César Vallejo.

XI
Filmada en escenarios naturales, desde una ventana el que no tiene fe, con una luz que imita a Vermeer en interior y afuera a Cándido López, observa la gesta fatal de las Cruzadas. No hay más que una vela sobre la mesa.

XII
Los inundados no saben lo que tienen. Se dice que cuando el agua baja, vuelven a lo que queda.

XIII
Ahora se le da por escribir; más bien anota: hay pájaros en el cielo, hay otros posados en las ramas; y más acá, sobre la tierra. Salvo esa mirada que alza, panea, escurre la tinta.

XIV
Nunca se tiene lo que se desea. Se escriben hijos, la tierra yerma.

XV
Perfora con el sacapuntas hasta obtener más carbón; las maderitas, lo escrito y usado, polvo que asombra provoca curiosidad.

XVI
Presiente que no dijo lo que tenía para decir. Entonces
tacha, recomienza: “Hay pájaros (…)”.
Como si en el tintero quedara lo que importa. Todavía no, se dice, esto

no: pájaros que siguen
en las ramas,
un anhelo de cielo. Míralos, ahora
dan un vuelo bajo y ascienden más allá, más allá�
hasta perderse.

(De La pena y la nada, inédito)

DICHOSOS

Dichosos los que baten palmas
y hacen ruido con los pies,
y contestan a los títeres, al
actor que bromea y ríen,
dichosos
el sordo que canta y silba
y el ciego afinado que mueve su cuerpo
y apunta su cara al cielo.
Dichosos los que saludan
por la calle,
bailan, sueltos
de andar, de nada para perder,
más pudorosos que Dios,
sinverg�enzas, dichosos.
Dichosos los que copulan
dormidos, y al despertar
copulan despiertos,
los viejos que charlan con
sus atadillos, y se burlan de las palomas
y del frío.
Dichosos los que lloran
porque son tristes
y los que ríen cuando
la lluvia empapa lo puesto
a secar, dichosos
el rojo, el azul y el amarillo.

(De La mitad de la verdad, obra reunida 1982-2007, 2008)

EL CRIMEN

El muerto se me fue de las manos
como pelambre de gato se me fue como
agua que cae al balde se fue y quedó muerto sin querer
sin saber se fue muriendo
entre mis manos muriéndose pobre muerto como
si nada

EL JARDÍN

¿Estás cansada del viaje, Diana?
¿Dejaste las valijas y te asomaste a ver el sol
en tu jardín, fuiste allí
rápidamente, pausadamente?
¿Echaste una ojeada a las plantas
o mirás cada una, sabiéndola,
descubriéndola, cuidás
tu jardín, hablás, cantás con
la regadera en la mano?
¿Estás cansada de vuelta del viaje,
Diana? ¿Estás contenta?
¿Alguien te acarició, jugó otra vez
con tu melena de fénix,
te besó los párpados
como quien desea tocar
una mirada así de azul, de gris
según el tiempo? ¿Fuiste feliz,
Diana? ¿Intenso y duro, el viaje?
¿Acomodaste la cabeza en el asiento del avión?,
¿descansaste?
¿Estás repleta de memoria, de sentidos
por el viaje, Diana?
¿Comerías conmigo para contarme?
¿Pasaste hambre en la estadía,
Diana, pasaste hambre?
¿Te embriagaste? ¿En algún momento
llegaste a marearte por el viaje?
¿En algún momento, sentiste
esa nada en la boca
del estómago, ahí donde dicen que
está el alma? ¿Llenaste
con qué esa nada, con la gente,
con las cosas, tuviste
necesidad? ¿Observaste
la vida tranquila? ¿Así, como te veo
ahora, calma
y sabihonda? ¿Conociste
la muerte en el viaje,
Diana? ¿Te asustó, la asustaste?
¿Trajiste fotos, postales,
documentos?, ¿abrazaste a
muchos, te abrazaron?
¿Gozaste, tradujiste el amor
loca de deseo? ¿Hablaste demasiado, callaste
demasiado? ¿Por qué
estás diciéndome
que escribir es lo único
que tenemos? ¿Estás
cansada, es por eso, porque
estás cansada del viaje? ¿Querés
dormir, recostarte en un hombro,
querés reír, llorar un
poco? ¿Acaso el viaje mismo
no te consuela,
Diana? ¿No es como el tacto
de otra mano, no lo es, verdad?
¿Comerías conmigo para
contarme?
¿Ya floreció la rosa
en tu jardín? ¿Es tan bella?
¿Los pétalos reventaron
plenos de vida, la vida es
púrpura después de un viaje,
Diana,
es así?

EL TONO

Mi voz dice lo que no quiero decir,
mi voz tiene otro tono,
lo que quiero decir no lo dice,
dice otra cosa.
Lo que no digo a veces lo dice mi voz
o el silencio, el mío, lo dice pero
no se entiende. Mi voz larga
un ruido grave, un
comentario gutural, casi sin voz.
Mi voz no escucha lo que digo.
Yo escucho a mi voz decir
otra cosa.
Lo que no digo no puede oírse, y eso
es lógico. Cuando mi voz lo dice
a veces, el tono suena
desligado de mí, el sonido, el tono
es otro.
Lo que quiero decir no se escucha. Mi voz no habla,
semeja un tono cansado de sí, del otro tono que no dice
más que un comentario, grave, baja
mi voz cada vez que escucho, sordo el sonido
de lo que digo a veces
en un hilo casi
al otro casi,
una sola
vez que diga
lo que no quiero, mi voz,
oír.

ENTRE LA PENA Y LA NADA

Habría que nacer riendo a carcajadas
como hilo de fe, como costumbre.
Pero amor y dolor es lo que expulsa.

Curioso, la gana del llanto primero,
“que grite, que llore, que respire de una vez”,
y el alivio, así. Curioso, la palmada en la nalga.

Y luego chupar, prenderse, y el hambre: la necesidad.

Saciados o no, a dormir
se ha dicho.

La mañana y la noche,
asombro por lo que hace la luz con uno.

Y el despertar y el moverse;
crecer, dormir.

El cielo es otro mundo. La calle
es otro mundo. El otro
es otro.

La risa llega después. Como
alegría o canto.

La burla llega después, y
es puro rictus, pura alegoría.

Hay dicha entre la pena y la nada,
entre el sonido y la furia, la duda, el estertor.

Gracia y piedad. Sí,
como reír a carcajadas.

(De Entre la pena y la nada, inédito)

FIGURA EL TRAZO

Que calle, dices,
que mire el sol.
Ellos están felices, dices; ríe
por la cacofonía. Te digo más,
haz de cuenta que esa gota de alcohol
no baja por el mentón de uno
—desgraciadamente baja—, ni que ese otro vaso
puede que esté lleno de niebla o de gusanos.
Que no ausculte, que en el fondo
dices
allí donde la articulación cruje
figura el trazo,
la mueca.

LA ABUNDANCIA

Hasta que el viento apacig�e y lleve consigo el absoluto
en las ramas en el concepto en
ese insistir, una abundancia de aire que ahora
es plena, soberbia, ganada
a fuerza de heredad, de qué trabajo, qué motivo, qué signo
salvo la letra, la ley o
lo que mueve las cosas, esas ramas,
ese viento que nace o aparece
inaudito
pero ahora es como una tromba de mar atrás, atrás,
insiste en el no repetir
el leitmotiv, la cantinela eterna
hasta que apacig�e
y el hombre tire su red mansamente,
quiera dar de comer, y el fruto sea
igual a la respiración, sólo fruto arrebatado, no caído.

Inédito

LO QUE PUEDE LA ROSA

Esa rosa casi abierta tiene un pétalo
abierto en su totalidad,
con una inclinación acentuada
que me invita al baile.

VIAJO

“Esto no es natural”, dicen;
floto y avanzo por encima de nubes,
allá abajo veo mapas, franjas
o líneas, marea el escuchar conversaciones
por encima de las nubes, el cielo disminuido a una ventanita, no
a Dios,
“esto no es
natural, hace calor en mayo pleno”,
es otro mundo, voy adonde no sé,
floto como el misterio,
viajo y pendo del aire.

Inédito