BUCÓLICA
Si pasas al lado de un árbol
y te estremeces, es que aún estás vivo.
Dostoievsky
En estos días me convoca
el silencio, la meditación,
la sorpresa eterna de la naturaleza.
El pájaro ebrio de amor,
la azalea que otra vez florece.
El recuerdo del chocolate navideño
y mi abuelo holandés
con sus recuerdos repetidos.
En el silencio, la meditación,
observo el pequeño girasol
que pugna por salir buscando el
esplendor del sol.
En mi jardín, donde penden caireles
de uvas dulces en donde la negrura
es belleza y milagro.
CANTO ALUCINADO
¡Oh, mi país de espigas y de granos!
¡Oh, mi país de rotos alambrados!
Rico y fecundo tigre adormilado
te canto, te denuncio, te reclamo.
Escucho cómo saltan y provocan,
tentando la azul flora del océano.
Me duele la roja manzana, dada
al festín desatado de gusanos.
Me hieren las ferias de toros tristes,
cargados de escarapelas y de halagos;
se me amarga la leche en la boca,
y quisiera a tu tigre adormilado,
saltando desde el norte al otro polo
sin sangre, pero en furia desatado.
DÓNDE ESTÁ MURODAC PARA SALVARTE
¡Oh, Babilonia
del Eufrates y el Tigris!
¡Oh, Nínive de los jardines
colgantes!
Tus tablillas con las
primeras palabras escritas
para la humanidad,
tiemblan entre las cenizas.
El fuego, una vez más,
arrastra el último vestigio
de tu historia.
Tiemblan de pesadumbre
y caen con la fiebre de
las furias, hombres y palacios.
Tu historia de belleza
y genio desde los siglos
ha sido arrasada una
vez más,
y ya no quedará
el recuerdo de tu grandeza.
¡Genial Babilonia!
El Tigris y el Eufrates
son ahora ríos de sangre,
cuando los misiles
buscan la agonía de
los hombres.
¡Dónde está Murodac para salvarte!
EL SILENCIO
La nada es el �elemento� dentro del cual
flota braceando por sostenerse la existencia.
Heidegger
El silencio
¿es la nada?
cuando esconden sus alas
las palomas
cuando el tiempo
son sólo campanadas
que anuncian que la vida
en la noche,
nos envuelve con el
manto de la Nada,
el silencio es el refugio
profundo del alma.
De La señal
FANTASÍA CUASI SONATA APRES UNE LECTURE DE DANTE
Franz Liszt. Piano: Enrico Pace
Truenos y cataclismos,
rugido de leones
envenenados de sangre,
y de pronto, el silencio,
hamacando una nube prodigiosa
que tapa al sol
en una sucesión
de gotas de rocío.
Las flores ya se abrieron
y danzan al compás de la brisa.
Luego la vibración,
un bello sonido misterioso
para el oído del hombre,
que estático tiembla
ante el milagro de la vida.
Resucita el alma
en un torrente de sangre y lágrima,
resucita el alma misteriosa,
resucita el alma.
III
Nido de sombras
en la oquedad del ser;
la nada es un signo de pregunta
eterno entre las sábanas.
Cruje el viento esperando de soles
y penetra entre las hendiduras
hasta llegar a mi piel
con mensajes siniestros.
He rogado a Dios para que las pesadillas
me abandonen.
He amado tanto que hoy ellos
llegan en caravanas y cada uno
reclama su parte. Me pierdo en el nido de sombras,
un nido que cada día pesa más,
que me ata en las sábanas
sedientas de su presencia.
ÍNTIMO
El sol iluminó los pinos y el olivo;
transparentó los celajes de los abedules;
brillaba como diciendo: �bébeme, que
otra vez he nacido�.
Murmuraban las abejas en su miel;
el olivo derramaba su perfume;
y el sol, siempre el sol, reía
ardiente de tanto reír.
Las nubes huían, y en su huida
presenciaban el milagro;
y el sol, siempre el sol, gozaba
porque el verde de tus ojos
estaba otra vez inaugurando mis sueños.
IV
No, no soy la del espejo;
la otra anda por allí
navegando en mares
y soles inalcanzables,
buscando entre las cenizas
de los sueños
una caricia tibia,
una palabra de amor;
sin darme cuenta
vuelvo al Estigio
de todas las horas
procelosa, resignada,
sin identidad.
LA ETERNIDAD DE LA MEMORIA
Las velas arden ante la eternidad de la memoria,
y la memoria, viajera inseparable,
ha retornado al origen.
Las velas arden y forman catedrales.
El viento es tan apacible que las velas se elevan
en perfecta armonía.
Los retratos y los cuadros han empalidecido,
y toda la casa está en sombras;
parece más bella, más irreal, más mía.
Es el fenómeno recóndito de las abstracciones,
de la mirada que no alcanza a ver los silencios,
ni los misterios de los rincones oscuros y quietos,
esos que escrutan los gatos.
La casa hoy está llena de misterios.
La música de la radio apenas si lo cubre
con su manto bullicioso y sin sentido.
El candelabro ha edificado tres catedrales,
roza en mi piel la eternidad
porque están vivos los recuerdos,
los míos y los que vienen solos, misteriosamente,
en esa otra vida de los sueños.
Las velas arden en la eternidad viva de la memoria.
LA SEÑAL
Hay un solo camino para la salvación con el Todo: la Poesía
Albert Einstein
En los extramuros del alma
me detengo.
He tocado el frío desasosiego de la nada,
y el ser,
ese ser tan frágil y pequeño que me contiene,
indaga en fibras remotas
el germen primigenio
el primer latido,
la señal.
En la inconmensurable punta de un hilo invisible,
sólo rescato marcas
cuando la noche aletarga los sentidos,
doblega el cuerpo.
Una exigencia persiste,
y los caminos son tan variados y efímeros
que se quiebran todos los relojes del tiempo.
LOS SONIDOS DEL SILENCIO
Están en la capa profunda del ser;
están en las meditaciones,
en el murmullo de la sangre,
en el paraíso de las sombras
que entreteje la noche,
en el latido de las sienes,
en la pesadumbre de los recuerdos,
en los días blancos
espectadores de esperas imposibles;
están en la ansiedad
cuando todo calla.
Allí se escuchan los sonidos
del silencio.
MÁGICO Y SENCILLO
Sin darme cuenta, sin pensar,
distraídamente
beso el anillo de cinco piedras
que pusiste en mi mano adolescente, y al besar aquel anillo gastado por
los años
siento que se renuevan mis células.
Veo la pequeña casa con ciruelas
brillantes como caireles,
tu paso al llegar por la galería
techada de glicinas.
Siento viva mi sangre, mientras
beso el pequeño anillo gastado,
tan sencillo y mágico.
NOVENTA AZALEAS EN EL PATIO
Allí están;
laten ante mi mirada,
tiemblan por el frío;
también saben de la fiebre del sol
cuando esparce sus filigranas de oro.
Allí están, como presencia viva de mi todo;
no es sólo mi mano que las riega;
es algo más;
pertenece al ozono, al aire, al aura,
al temor, a la exaltación de la vida,
a las vibraciones del alma,
a la �música de las esferas celestes�.
Allí están,
como un racimo exuberante.
¿Quién puede dudar que gozan de mi alegría o mi tristeza?
Allí están;
son noventa bocas adolescentes
que ríen y piden el beso de la vida;
son labios abiertos al amor,
mueren a cada instante
—viajeras como todos—.
Yo las recojo y reparto en platillos por la casa;
ya no tienen el esplendor trémulo de la vida;
son como todo lo que se trunca: bello pero sereno, estático,
inerte.
Pero yo amo a mis noventa azaleas, muertas o vivas;
son como mi alma:
pertenecen al tiempo que �fugit irreparabili�.
Diploma de Honor, Concurso Bancariano de Poesía, 1984
De Madrigales
OJO DE BUEY
Detrás de ese ojo,
las cosas tienen vida y dimensión.
Extiendo mis manos
y toco los pétalos de la lluvia,
las vibraciones de la montaña,
el suave tintinear del agua.
Recojo mis manos
y se empequeñecen hasta perderse.
No queda nada.
OTRA VEZ
He vuelto a desconocerme
mirándome al espejo;
aquello me causa pavura;
en ese momento no sé quién soy,
quién navega en el cristal y me mira.
Pero muy pronto, vuelvo a mi corteza vulgar,
y sólo así comprendo el dolor,
el desprendimiento del ángel
que me arroja desde lo alto.
OTRO LADO DE LA SOMBRA
Quizás, al otro lado de la sombra
esté la verdad
aquella que perseguimos en los sueños,
la verdad intangible, sin manchas,
sin sangre, sin dolores. Ese otro lado de la sombra
acaso esté la perfección que no logramos
el milagro del sol, de los pájaros
que lo saben todo,
la ley que violamos,
allí detrás de la sombra,
¿estará la luz que perdimos?
POEMA
Sólo el hombre hace ruido.
Alfonsina Storni
La azalea nace empecinada
en tres colores
en su savia han quedado sus ancestros.
El invierno tibio hizo brotar la parra
confundida.
Escucho sin querer el hombre que aniquila
al hombre,
aquí, allá, lejos, cerca.
Pienso en mis semillas.
Pienso en la de los otros.
Un pájaro canta. Es la vida.
Me inclino a rezar entre lágrimas.
SENCILLO Y ETERNO
Un zorzal canta al mediodía,
es un trinar de música sublime;
un despertar al cosmos y sus soles,
un anticipo a la eternidad.
Ese zorzal empecinado
con su trino, potente, enloquecido,
anuncia que mi alma está en vigilia,
contando las horas de soledad.
Lo busco en la espesura de las plantas,
él se aleja, no puedo descubrirlo:
me brinda su canto iluminado
y parte sigiloso.
Me quedo sin perturbar el misterioso minuto
en donde la belleza se hace trino,
en ese instante diáfano, sencillo, eterno.
UN NIDO EN LA TORMENTA
(A la muerte de Arthur Koestler y su mujer)
Es inmenso;
de día tiene el tamaño del sol;
de noche, apenas posee el resplandor de la luna.
Está lleno de seres que fueron luminosos;
ahora pululan contra los vientos.
Robaron tanta energía
que confundidos se pusieron a inventar leyes
que no cumplieron.
Viajeros de penumbras,
destructores de soles,
establecen y discuten el derrumbe;
quién será el primero en destruir el pájaro
que se llama Amor y aparece de vez en cuando.
El nido tiembla;
siente que va a caer;
los demonios han carcomido
el sector de los ángeles.
En un lugar pequeño del cerebro
está la orden: ¡matar!;
en la lucha nadie se pregunta por qué;
son máquinas a cuerda computadas
que dicen amar a una bandera,
a veces con estrellas, otras con escudos,
aún no saben amarse a sí mismos; el filósofo no pudo más
y decidió morir con su mujer.
Tiembla y cae el nido
entre una tormenta de odio.
De Un nido en la tormenta
V
De todas estas esclavas sutiles,
tomare la de los sueños. Alguien esta vigilando mi hacienda;
alguien vigila la hacienda de otros.
Despertamos para los signos
que nos anticipo Arthur antes de la huída:
�El resquicio de luz que apenas se abre�.
Las esclavas sutiles
apenas cogen mi mano;
se van cuando amanece
a refugiarse en los seres excelentes:
los pájaros, los gatos y las plantas.
�El hombre es el hazmerreír del Universo�.