BARRENECHEA, ESTELA
CLINAMEN
Sólo hay dos sustancias: átomo y
vacío.
Los átomos declinan, se juntan por deseo.
Lucrecio
I.
Turbulencia de un instante
con extraño equilibrio el vacío,
el tiempo en un espacio interior.
El color de un acento se clava en la cabeza.
¿Por qué lo que vive desconcierta la noche?
Neutra de mí la luna gotea belleza.
Luz blanca que abraza con su engranaje
el lado más sombrío del balcón.
¿Por qué este punto del espacio enlaza la presencia?
II. Hay escena en la luna y siempre vuelve el sonido tenue,
la infidencia de una voz vieja
como un artefacto tembloroso.
¿Se conjura el rostro de la infancia?
¿Por qué en mi boca la mueca del sentido?
III
Padre, no tengo muchas palabras,
ellas están en mi trama,
en el contacto de tu manera
puesta a punto sobre la hierba de tus ojos.
¿Qué es esta herida capturada en la página?
De la Plaqueta Clinamen y otros poemas
DÍA ABIERTO Y HELADO
IV
¿Quién guía la rompiente
del hielo?
El vestido móvil del mundo.
Un fractal azulado colorea el frente
sonoro del agua.
Y yo almaceno las imágenes.
XVI
Escondido en mi poema
el témpano azul deja viento y color
en mi memoria.
XVIII En la extensión
la compañía perversa del hielo.
XIX
Como rehenes de una isla desgarrada
la edad del hielo
y el mundo de las focas.
XX
La trucha rompe la piel helada
como si fuera un escalpelo.
El pez se abre paso
atónito y te mira.
De En Los Confines
EL HOSPITAL DEL MUNDO
7.
El hospital:
la usina sorda que ahoga.
El sonido te alcanza,
un mar de caracol en la cabeza. Aquí estoy,
la luz del corredor
se cuela por la puerta;
el frío de la pieza
y la soledad.
El mundo se divide.
Por aquí, la mesa oblicua y desteñida
con el servicio nocturno.
Por aquel lado, el agujero de la calle
enciende la imaginación.
Mañana me iré caminando
como si no quisiera.
De Enigma y transparencia (inédito)
EL HOSPITAL DEL MUNDO
6.
Como anular de obsidiana
se dibuja el instante.
Un círculo trágico
a través de los párpados.
Nada hay de nuevo.
Sólo mi voz
y el color carnal de la escena.
A cal y canto
la mano helada del viento.
EL HOSPITAL DEL MUNDO
5.
La cruda luz
encima de mi cabeza.
Extraña y lenta la dosis:
su goteo
tiene el sabor del olvido.
El día tóxico cae sobre mis huesos.
Manos invisibles.
Corte de bisturí en el aire.
Un territorio cableado del corazón al intestino.
EL HOSPITAL DEL MUNDO
4.
Oír el silencio, en la penumbra,
sobre un fondo de paredes rojas
crea algo que no cabe en la experiencia.
Por casualidad,
me detengo ante la sombra
palpitante del plátano
sobre la cama.
Tengo tan poco tiempo para soñar.
EL HOSPITAL DEL MUNDO
3.
Las huellas del dolor y sus líneas
innumerables
en el corazón de las manos,
en el pie desnudo
y en la cara.
Para mi sosiego
la tristeza rebota contra el colchón
y no contamina.
Espera dura.
EL HOSPITAL DEL MUNDO
2.
Lo importante, dicen:
hacer un cuerpo seguro.
EL HOSPITAL DEL MUNDO
1.
El dolor y cierta gente.
Paraliza.
Una telaraña de voces delante de los ojos.
Nadie se siente bien
en esta escuela del mundo.
Quien conozca la brigada ligera de la salud
sabrá con qué fuego se cuece
el orden de las cosas.
Voy a ser testigo
del carácter fantástico del cálculo.
Frente a esta gente,
no es extraño que cada sombra
petrifique mi mano.
Todos hacemos el viaje juntos
e intercambiamos opiniones
mientras el aire disminuye y el cuerpo
pesa en el olvido.
INCERTIDUMBRE
Esta mañana hiela.
Qué difícil separar lo amargo
de la imagen.
¿Con qué nombre nombro
los silencios? La vida entra a modo de tregua.
INUNDACIÓN
En la inmundicia
deambulan hojas y plástico
mezclados con la flor.
Un colectivo de especies
agita la corriente.
Un frío impar hiela la lengua.Las jangadas de basura
marchitan el estandarte frágil
de los campos.
En la bruma el latigazo del rayo
y la tormenta.
La lluvia.
Esto significa que no habrá luz,
que encenderé las velas mansa.
Los campos anegados y las señas
de muerte.
La noche absurda.
La rabia y la tiniebla.
Ahora sé
cómo puede ser de negro
el jardín de esta casa
y cómo una brizna de tiempo
trae el recado de la desgracia.
Los charlatanes de las
compuertas y el progreso
nos olvidaron.
¿Qué contemplás?
Ahí vienen. Son bomberos. ¿Sabés? Ellos apagan también
el infortunio.
De La Distancia y el Foco
LA VUELTA
¿Qué puedo percibir del tiempo
que no conoce los rostros?
Las campanillas
se han transformado en lluvia.
Baja el viento y su volverse a levantar asusta.
El aire en remolinos
vuelve nómades las tejas
y la hiedra alucina las paredes, desborda
como el recuerdo.
El canto de la madera
cae en sílabas y embriaga.
Lo que queda vuela en partículas.
De Enigma y Tranparencia (inédito)
NOCTURNO
Qué extranjera señal
arrebata nuestra noche secreta.
Elizabeth Azcona Cranwell
1
Una sensación de antiguo
me deja con lo que es propio:
la intimidad de las cosas.
La letra
se voltea con su nervadura
de tinta negra. El poema, verso a verso
desconcierta,
te toma la mano.
2
En esa ciudad inquieta, el silencio
busca hacerse oír
y sucumbe ante la letra.
La oquedad del recuerdo
dispersa la magnitud perturbadora
de cada pensamiento.
Con los ojos cerrados viene de mí
el canto del poema.
3
Círculo lírico:
el escándalo del verso. 4
Entre copos de sueño
están las palabras en busca de refugio.
Despierto
pero completamente sola.
Muy cerca
el fondo azul de la ausencia.
5
Sin saber lo que busca
el cuerpo gira en un puñado de sombras.
El estrago de la grieta en la pared
libera los ojos
que viajan por la nada.
6
La hierba distante dentro de nosotros
mueve sus formas.
Es como si en perspectiva
lo minúsculo fuera salpicado por el viento. Sutilezas de la imagen.
No debiera sorprenderme
la multiplicación de los signos.
7
El azar
al borde del mundo me elige.
Respiración imprevista del instante.
El gran secreto
en los frasquitos de la cómoda.
Precisamente ahí
y en las chispas de luz
que en medio de la pieza
saltan con gesto delicado.
Visible la línea que separa noche y verso.
Migra la escritura
y el ojo se dirige hacia adentro.
8 Desdeño mi génesis,
retorno despojada al lenguaje
y se me incrusta en la piel.
Nada me sorprende,
ni el silencio incierto
ni el amarillo de la palabra
que vive en las hojas.
Los nombres en el aire
como único rumor.
La figura traza el contorno del sentido.
9.
Si no llegasen las imágenes
desconocería el temblor vacuo de mi cuerpo, el gesto
de llevarme la mano a mi frente.
SEQUÍA
1.
Simplemente la casa arde.
El infierno
y una tarde de viento zonda humillan el color.
Viene y va el círculo
del bochorno.
Ese ardor flotante desnuda la materia
ocre como el deterioro.
II
Oír el viento
importa más que el cansancio.
El desierto precipita
el olor oscuro de la tierra,
pasa por mí y ahoga la cosecha.
Tengo confianza en la hora huidiza
de lo seco.
Aguardo la dolorosa luz,
el color puro de un campo posible
que busco en vano.
De En los Confines