FIGUEROA, CARLOS EDUARDO
AMANECER
Amanece en oriente.
La perfecta comba se repite
en el escenario de la vida.
Un día ya no habrá quien cuente
ni recuerde la trama del suceso.
Sin embargo, la tierra fiel a su grandeza
seguirá girando en soledad de piedra
para no romper el equilibrio de los astros.
CARTA-POEMA DE UN INMIGRANTE
Padre, la ausencia es este dolor
que se levanta como el mar
entre tu costa y la mía,
qué lejos quedó la casa de la infancia
y el perfume de mi madre en la cocina.
Yo anhelaba volver a rescatar lo perdido
pero me ató la distancia
esa herida azul de los caminos.
Sabes, fue duro para mi dejar los amores primeros:
�perfiles de piedra que el viento de los días
vuelve arena, olvido�.
Mas, hoy en el ocaso he comprendido
que la casa y los jardines de otrora
son refugio de luz en mi memoria, donde veo una sombra que se aleja
juntando un largo adiós de jazmines.
CENICIENTA
Hasta hoy eras cenicienta
en mi universo,
siempre en segundo plano
a la hora del esfuerzo
en ese trajinar de los días
que nos van haciendo viejos.
Ahora ya no puedo
ni elevar una plegaria con tu gesto,
tampoco atrapar un balón
juguete del viento.
No te sabía tan necesaria,
al este del mundo, solitaria
mi preciada mano izquierda.
CONFESIÓN
Hoy quiero rescatar del caos que me rodea
la armonía de un poema.
Un poema que pueda reemplazar
a la voz del corazón,
esta callada voz que cada día me inaugura
un nuevo código para encontrarte
más allá de todos los olvidos.
Lo que hay detrás de la palabra amor nos une
a pesar del tú y el yo
a pesar de esa distancia tan arbitraria
como el hombre.
Y en el afán de encontrar la clave que revele
este cariño que siento hoy
derrumbo los enigmas de todos los idiomas
y simplemente a tu lado estoy.
CRÓNICA OTOÑAL
Tarde de abril en Santiago,
avanzan las sombras por el costado del día,
escalan crecientes pilares de soledad
levantados sobre mis pasos;
es la hora en que el sol regresa de su viaje
con oscuras máscaras de lejanía;
trae tantas ausencias juntas
que deseo que se quede aquí con su luz,
con su roja faz encendida.
Sin embargo su ciego corazón
gira con el mío
en el cósmico carrusel de la tarde.
DESDE EL PUENTE
Si una tarde cualquiera de otoño
te sientes vacío y la angustia invade tu espíritu
camina lentamente hasta el puente aquél que en Santiago une dos ansiedades
y mira al poniente como si buscaras un ángel.
Verás un incendio de soles venciendo la noche,
oirás tambores de bronce llamando al ocaso.
En el ritual de la tarde
trae como ofrenda la pena que te agobia,
déjala que se funda en el paisaje como un leño
y sentirás que una extraña paz alivia tu corazón.
Antes del regreso, libre ya de la angustia
no olvides mirar hacia el este
-ese rumbo luminoso que vendrá del futuropara
descubrir el perfil de las cosas,
para ahuyentar los miedos del hombre.
EL ARENERO
Un repiquetear de ruedas y cascos
sorprende a la mañana.
El arenero casi en las sombras
marcha camino a trabajar.
A esa hora es sólo un bulto que se bambolea
y pone magia a la realidad.
Va muy despacio, lo espera el río
para entregarle su diario pan,
pero la arena, señal del tiempo
le esta cavando su soledad.
Cuando lo extrañe el hermano río,
en la callada caja del tiempo
un eco ausente retumbará.
EL ETERNO RETORNO
El hombre vuelve siempre
desde el fondo del misterio.
Sagrada raíz de la tierra,
soplo de Dios en el aire.
A la luz del sol sabe que será flor y semilla
para germinar los días del futuro;
Pero muerte viene con su tambor de penas
a oscurecer la tarde
a reconstruir el rito del regreso.
Así, un alba cualquiera el hombre
ya no despierta sobre sus sueños,
porque la vida es esa lluvia
que socava figuras de barro
bajo los cielos eternos.
De Señales de dos mundos, 1993
EL REGRESO
Hoy he vuelto a la casa de la infancia
por el camino de siempre
pero ya no es igual el regreso.
No cambió el lapacho de ayer
ni su alfombra de invierno
tan sólo cambiaron mis sueños.
Ahora por el patio familiar
como un mágico designio deambula todavía
el eco de un llanto secreto,
y vuelven a mi memoria los días de la niñez
bajo el amparo de estos muros
que aquí me están llamando al recuerdo.
Entonces siento que me acosa un gran vacío
la nostalgia de una voz que nunca olvido
la certeza de una sombra en mis latidos
y una lágrima golpea mi silencio.
Sin embargo siempre vuelvo a casa
por ese camino que la pena nubla
pero que mi corazón leal rescata.
EL VIAJE
Vive en mi memoria
siempre ligado al amor.
El paisaje, su testigo permanece
pero vuela sobre nosotros
los pasajeros del tiempo.
En su entorno se escuchan promesas,
murmullos de despedidas,
fugaces engaños a la eternidad.
El amor, esa frágil campana de cristal
tañe con el pulso del mundo
y se aleja en el eco de los trenes. Los andenes se quedan en silencio
poblados de recuerdos:
manos que el corazón dibujó en el aire.
FUGACIDAD DEL ALBA
Presiento que me habita
un yo inacabable
dueño de mis tribulaciones y alegrías;
por ello cada mañana
levanto mis brazos para celebrar el día
como la mariposa celebra el campo sin saberlo:
ella y yo, indiferentes
a la fugacidad del alba.
GOLONDRINAS
Volvieron las golondrinas
y poblaron de notas las cuerdas del aire.
Sus incursiones no son caprichos de alas,
sino la sinfonía que traen de lejanos mares. ¡Feliz golondrina!
La sabia natura siempre te regresa
al cielo de mis calles,
como regresa a los patos
que bajan a beber en el Dulce río
haciendo un alto en su viaje.
Un día les pediré que me lleven
por esos caminos del aire
para poder comprender
la libertad de una tarde.
ISLA NEGRA
(a la memoria de Neruda)
Allí está tu cama
recostada hacia el sur buscando el cielo
afuera, blanca la espuma, negra la piedra
y una sombra de recuerdos cubriendo la casa.
Allí están tus cosas,
la mesa que un día te trajo moroso el oleaje
y tus enamoradas, esos mascarones de proa
con sus rostros de madera y el misterio de oriente
velando junto a ti su sueño de lejanos mares.
Allí quedó mi espíritu, mi deseo
cumplido una tarde de palpitante enero cuando vibró mi corazón al unísono con las olas
esas que siguen bañando tu memoria,
tu pie dormido para siempre.
LA CASA DEL ABUELO
Sublevación de alas
rasgando en negro trazo
la inmensidad celeste;
quién no se acuerda de las golondrinas
sin dolor por lo ausente,
la casa del abuelo
y un abandono agreste
cuando pienso que no están;
música triste
en el paisaje gris
de una tarde de frío,
quién no se acuerda de los acordeones
sin lagrimear en silencio,
la casa del abuelo
y la inevitable congoja
cuando pienso que se fueron:
el abuelo, la música y los pájaros.
LA CIUDAD
Cuando mi nombre sea nada más
que un pensamiento esquivo
me sobrevivirá sin duda este paisaje.
A lo lejos, el cerro matinal
como un gigante azul dormido
aquí, la ciudad obstinadamente absorta
y una brisa avasallante en la ventana casual
donde expira, un minuto fugaz de mi existencia.
Cuando esta figura temporal
en sombras se haya diluido
otros por mí verán la ciudad
de los naranjos floridos.
Cuando este humano palpitar
en el ocaso sin regreso se haya perdido
quedará iluminando el horizonte del tiempo
la llama secular de las intemporales cosas.
LA MAÑANA ES UN RÍO
Esa luz que apura sus pasos por el día
me arrastra en su cauce mientras miro
cómo quedan atrás las cosas y los seres
que amamos y creíamos perdidos.
La ausencia no podrá alejarnos
de los muros raigales que dejamos
cada vez que partimos.
Porque ese dolor por lo ausente
nos regresa a la casa de la infancia
por el alegre sendero de las manos,
o en la piadosa memoria del deseo.
Esta es la simple historia que revelo
con nostalgiosa voz, porque sabemos
que el día no regresa,
se ha ido para siempre con el río.
De Días sin regreso, 2005
LA MIRADA
La mirada es intencionalidad del alma
que por los ojos se escapa,
es flecha que cruza montañas
hacia el centro exacto de otra mirada.
Hoy recordé aquella tan íntima
fundida en la mía y asaz tan lejana. Los fuegos se unieron, volcán entre llamas,
sin embargo seguí mi camino.
yo me llevé el fuego encendido,
tú te quedaste con mi alma.
LO EFÍMERO
Es tu única riqueza.
Rumiando por las estepas
las ovejas, muestran indiferencia
mientras el paisaje ríe eternidad.
El tiempo parece detenido,
entonces inventas su fluir
para justificar lo efímero
de tu existencia.
MEDITACIONES ALREDEDOR DEL YO
Yo, en la ascensión del círculo
donde todas las galaxias serán nombradas,
en la búsqueda del fin y del principio,
en el desconcierto total del tiempo y el espacio.
Yo, en un punto marrón del universo
girando al son de un epicentro,
en el triángulo sur
de soledades lleno,
en la antigua ciudad,
en la oscura calle,
pienso que soy nada más
que el eco de un misterio.
OLLITA DE FIERRO
Te rescato desde fondo de mi infancia
y te veo en el patio de la casa
como a un pequeño fantasma
que la distancia torna azul en la mañana.
Me parece que aun hierve la humilde mazamorra
bajo a la sombra de la abuela
que se fue un día sin decirnos nada.
Hoy viene a mi memoria esta simple cosa
entre tantas que la vida alcanza;
es el designio de una época que se acaba
junto al progreso que todo lo avasalla.
Ollita donde se condensaban
cuántas historias de luchas cotidianas.
Tu imagen se resiste al tiempo
y anida en mi memoria
como un pájaro querido de la infancia.
OTRO VIENTO PASA
Repetida sinfonía del mar
es esta borrasca que golpea la costa
a la que se aferra mi memoria.
Todavía vemos titilar la lejana luz
que iluminara nuestros rostros felices,
a pesar que las sombras siguen merodeando
el muelle de los días transparentes.
Sólo brillaba tu blusa en la ventana
que aun permanece como siempre.
Hoy, a lo lejos otro viento pasa
ajeno a nosotros, ignorándonos
mientras idealizamos el amor;
quién podrá recobrar la tarde
que guardó tu recuerdo.
PROMESA
Hoy la cuerda feliz del sentimiento
abre mi corazón a la palabra
donde ejercitas tu rol de alquimia.
Luego te conduces a mi lado
y vas sembrando lapachos de tu sangre
como aquellos que iluminan las calles de Santiago.
Más tarde devenimos en bosque, nube y río
que se irá inexorable
a ese mar que a todos nos iguala.
Entonces cuando suceda
deberán ser estoicos en la esperanza,
porque volveré en algún gesto casual,
en una lágrima navegante del pasado,
o tal vez una tarde de lluvia
cuando el cordial recuerdo
me traiga hasta el presente
trastocando la lógica del olvido.
SEÑALES
(a mi padre ausente)
Recuerdo que eras del mundo
voz que acalla las sombras
y aquel ingenuo pensar en el tiempo inmutable.
Poco quedó del ayer
tras esta década de extraños días;
apenas un hombre crecido
en la certidumbre del olvido.
Por eso hoy que tanto ha pasado
miro mis manos como un mendigo a su bolsa de miserias
y tan sólo encuentro estas frágiles señales
inútiles para rescatar tu vida.
Sin embargo sigo agazapado detrás de las palabras
con mil poemas fundando mi esperanza.
De Señales de dos mundos, 1993
SOLEDAD
La soledad se define
en la silueta de un árbol del desierto.
Sombra unitaria que tiembla,
rumor del viento inclemente.
Los hombres dispersos
en la inmensidad de las dunas
piensan en la soledad de las plantas
como si fuera su propio destino.
VISIÓN DE VOCALES Y COLORES
a: verde como un grito;
e: roja de asombro y abandono;
i: blanca soledad de la cumbre;
o: negra perfección del círculo, u: azul, fiel al dictado de los sonidos.
De Soles de la memoria, 1998
VOLAR
Viejo sueño del hombre.
Sutil llamado de los ancestros.
Al principio fue dominar el aire
aquel antiguo camino de alas
antes de bajar al horizonte.
¿Ganamos?, ¿perdimos?
¡Me tienta la libertad de los cóndores!
Pienso sin embargo que era inevitable
este andar por la madre tierra
dejando huellas en caminos más ciertos
y cercanos al destino
ese que nos marcó el regreso a las fuentes.
VOLVER A LA HERRERÍA
Desde lejanos cielos llegan voces
que hablan de la perdida adolescencia;
así me veo iluminado frente a la ardiente fragua,
forjando el duro metal, la pesada tarea
en aquel taller de sueños
que el joven de antaño aun recuerda.
Un tintinear de aceros,
la vocinglería de aquellos días
preside el tono de la memoria
cuando tomé el camino de los libros
a cambio del yunque y el martillo
�menguada ambición de la herrería�.
Aquellos me acercaron a la magia de la palabra,
luego fue el rigor del método, la ciencia,
más tarde la vida me premió con el arte,
esa selva, donde merodea el genio
como una pantera esquiva.
Ecos del pasado vienen a golpear mi puerta,
yo los dejo llegar porque alimentan
esto que se me ocurre una pasión inútil:
la eterna y fiel poesía.