MADARIAGA, FRANCISCO
ZORZAL AGUA

Oigo cantar los pájaros y ya no es del
trino,
sino del ultratrino bien ardiente… y que
sabe…

Viejecita que teje y el zorzal se destrina
al pájaro que pasa nadando en la
sobreagua de las islas.
Zorzal de las tumbas de frescura,
zorzal del padre ebrio en la noche del
subtrópico,
zorzal alcohólico,
zorzal agua,
zorzal bandolero semisalvaje que ha matado
a mi padre,
cantando aún menos de lo que sabe.

AMIGOS PELIGROSOS

¿Y cómo no adoráis a esos hombrecitos que enloquecen
de andrajos al final de sus años?
Demonios de los cristales, con la baba celeste de la
demencia en el cerebro.
Kleist, H�lderlin, sentaos mis amigos al borde del
color de verano sonriente de mi cama, en mi habitación de luz color de ojos de can colérico al borde del pantano.
Mi habitación con el perfume de la luz.

APARICIONES

El agua exorbitante está en mi boca.

No quisiera despertar nunca de la extrema
delicadeza que hierve en los depósitos de los grandes
inviernos.

Potrillos de oro sanguíneo y asombrado. Más altos
que el invierno.

Un día llueve, y al siguiente, el invierno luminoso
es cálido. ¿La lluvia? Tétrica, pero rica, no pervertida.

Este invierno he descubierto que hay palmeras
celestes. Extrañas. con una ferocidad solar y lunar.
Y sin nombre.

El perfume del mar vuela sobre las Estaciones:
¡temperaturas para toda la vida!

El mar, mi gran linterna de esmeralda.

Esas palmeras engarzadas, esas palmeras hechas
joyas entre sí.

Las lejanías de cristal: entre los brazos de la vida.

El sol te sangrará, esbelta caridad del Infierno.

El clima me domina, el clima me domina. Por el
clima creo en le agua.

Oh coraje y transparencia y peso y brutalidad
celeste del invierno en enero.
Cómo se descuelgan los monos para crecer y beber en
el color sagrado del estero, mientras duermo mi
sueño brillante,
cautivo del estero.

ARTE NATAL

1
Valientero para el sol, ¿eh?

Ahora rime y recueste el agua sobre el agua,
doble el pecho y anídelo,
resuelle con su injerto de rayos en la trompa,
vea clarito sus ánimas que corren con serpientes
quemándole los pelos.
Recoja del alba todo lo cuajado-violeta en su
memoria y acuéstese, como si oliera al tigre que
ha de cederle su agua, su floresta de invierno, su
cazadora extraña.

Por fin sentirá que el Fin tiene la boca blanca.

2

El vientre-fuego de la doncella bruja
y el colmo del color:
los labios del verano guaraní.

ARTE POÉTICA

¿Es otra la alegría?
Por las veredas ardientes de pronto me estremezco
de mi armonía en este instante.
¿Qué atentado lúgubre arroja al equilibrio de su
claro destino?
¿Qué mecánica de orden inclemente y perfecto sonido,
qué irrupción metálica de golpe nos devuelve
a la sombra de las canallas herencias de sol negro?
Tiembla al asilo de la vida.
Virtuoso bebedor del agua del diamante, tiéndete
a bramar contra el enorme globo rojo de la idea.
Ese tambor de sangre es tu país.

CANCIÓN DE TIGRES
(1968)

A Gaspar

El bosque ha llegado
y la sombra del mar ha llegado,
vámonos, tigre ámbar, hacia el
mono ermitaño que canta entre
las gallinetas de todos los
colores.

2

Todos vamos a desaparecer,
flecha ámbar,
flecha de corazón,
pero es necesario llevar la misión
cumplida:
ser criollos hasta La Última Coronación
de la hermandad.

CANCIONES PARA D. H. LAWRENCE

¿Te acuerdas, Lawrence,
cuando volvíamos del tropear
salvaje en el alba paulatina?
Mi caballo era de oro sanguíneo,
el tuyo, rojo y negro,
parecía tapado con tu poncho de
México.
Y éramos amigos,
y éramos ligeros
costeadores de celestes lagunas
amarillas,
Lawrence, ¡dos bandoleros!…

Antes de dormir, nadábamos.

2

Lawrence, por ti bebo
este vino de abril
en cuerno de tropero:
Mi padre con los gauchos
bebía en él la caña del
Paraguay
rociada por el fuego,
y yo dormía envuelto
con el poncho del gaucho
Teólindo- lucero

3

Lawrence, mi caballo no ha
muerto.
Sale a verte del fondo de un
pantano
con restos de canoas
dispersos por el pecho,
hoy que en su gala arde aún el
fuego de fogatas
de los cazadores del fondo del
invierno.
(�Aguatrino�, 1976)

CARTA DE ENERO

Tengo ganas de leer algo hoy.
Me sangra la poesía por la boca.

Yo era un estudiante y me adoraba la Naturaleza,
pero estaba olvidado,
me hería la plenitud del Universo,
y ahora te sacudo a ti, monte de cabellos rojos,
tierras paradas en aguardiente correntino,
grandes balsas de agua alojadas en la boca.

El pavor es celeste, el líquido terreno es fuego,
los pavos reales han sido capados por el sol,
y yo ando por la siesta:
provocador de las grandes fuentes sombrías,
alojado en la voluntad animal.

2

¿Dónde pedir auxilio sino en la Tierra?
El mar es un cantor inseparable

Pero tú tienes también llamaradas acuáticas,
Tierra,
¡Acuarelas para quién sabe qué candor!

Yo soy un niño y nadie me podrá recibir,
pero tengo coraje
y ese nativo puro que arroja los paisajes por
la nariz.
Tengo un collar para todo lo que arde.

3

¿El alba guaraní gime en mi memoria?
¡Oh francés degollado por las aguas!
en las ex -bocas de las puntas celestes del
paisaje desprendido.

Sin duda nadie cuida de mi memoria,
ni le selecciona parajes ardientes.
Nadie utiliza mi falta de elegancia
cuando expiro con la leche de las frondas
sedientas.

Yo no quiero cantar países natales,
sino medallas de carne de sol,
telas de la naturaleza,
conciertos de las tumbas salvajes,
hijas de la ternura natural.

CARTAS DE INVIERNO

La mirada de tamaño cantor rueda peligrosamente por
mi alma. Nadie la ha llamado, pero surge de la
espesura del bosque con un inmenso invierno
retrasado. 2

Los árboles de hace veinte años cantan para sus niños
una canción de primavera electrizada. Crujen en la
tormenta con el terror de las perdidas miradas a la
siesta, cuando en busca del amor la inocencia se
duerme en los caminos del bosque, besa los árboles y
las curvas de los adres.

¡Oh silbidos a la madre de la maraña, llamadas desde
el agua, terrores de vacíos acuáticos poblados de
serpientes, abismos de aire negro y gritos de invierno
delante de nuestros caballos!

Pájaros del estero, llamándonos al fondo de otro reino
oculto debajo de todas las aguas, nadie sabe cuál es
vuestro lecho verdadero, pálidos de mirada criminal,
crueles hijos de las aguas que se apoderan de las
mañanas.

Cohetes a la luz de la luna, cohetes de la infancia, pero
surgiendo de los pantanos, de los ojos de los gatos
monteses hundidos en el agua. ¿Qué se yo de la ciudad?

CEMENTERIO AMARILLO AL BORDE
DEL AGUA

Mientras cantas con la trompeta ronca de las inemociones
cargadas de las lágrimas del paisaje desenvuelto
por los trenes de los reyes guiados por los ríos,
aquí el velo de sangre duerme sobre los arenales
seguros de encantar a un cuerpo joven y caliente
junto al rumoreo nocturno de los caballos y las
fiestas cercanas a la orilla de la luna caída entre
las humillaciones más populares cercando el
camposanto de los hombres del hambre donde se
recomponen las más raídas y coléricas apariciones
-sin espacio- a ras de luna de ras y de agua
detenida en el milagro del terror —sin amor- todo
todo roído como antes de andrajos desafíos ojos
hambrientos amarillos de asesinatos no —modernos
no- contemporáneos a ras a ras de agua podrida
en su pureza.
Sin embargo, yo estoy dormido como un indio que no
ha perdido el desierto.
¿Estoy moderno?
¿Estoy por irme adónde?
¿Oh, por abandonar la comarca e internamente en el
mar?
¿O sólo al borde del mar?

CONTRAAMPARO

Está el hombre presente.
El filo de la medianoche.
La tormenta de la ex tormenta.
El cazador al viento.

Lo inmediato no aparece ni desaparece,
está desnudo en medio del contramparo,
la no-guarida de lo imperfecto
y el canto del azul zorzal.

La lluvia es agua de oro en lo inmediato
del corazón, el cosmos es el ensayo
primero y sangrante de lo infinito.

La sangre lava el azul imperfecto de la Tierra,
y vuelve todo a la morada de la alegría.

¿No me disculparé ante el tigre por este �ensayo
filosófico�?

La noche me ha colocado en un castillo en medio
del palmar de dios.

El alba es el encantamiento popular del planeta.
Buenas alba, dolor.

CORAZÓN � NOCHE

Oh noche, yo te pregunto, noche modernísima, pero
ya sin hierro, sin cemento, malherida por el amo
de la prostitución y del trabajo, Oh noche no
cruel pero bella y alargada hija del sacrificio del
amor, Oh noche con corazón — noche de las noches
más reales recuperadas por el viento, yo te pregunto
(¡Oh rama: que se salve que se salve que se
salve!) noche de islas como postres de una
tiniebla entera.

(�Los terrores de la suerte�, 1967)

EL ASALTANTE VERANIEGO

Shas, shas, shas, ¡abrir el vientre de vuestros corresponsales!

Los miniaturistas cedían al alcohol sus pequeñas
desgracias.

Un olor a remolino de cloro y viento en forma de
dardo hacía huecos en la garganta.

¡Gangrenas infinitas para los comensales del salón
nacarado con tendencia hacia el oro!

El vapor descubierto ilumina la memoria y el ocio
encoleriza y purifica al asaltante veraniego que viaja
vestido de pana levemente mortuoria.

Adiós, adiós, indiecitos y monos, graznidos en los
lechos, obsequios de las desgracias; el viento roe el
aliento de las bestias y descubre a los pasajeros
enfermos el ocio blanco y sangrante de la tierra.

EL HECHIZO NATAL

¡Tu tren descarrilado entre las brujas!

Una estación pequeña te ofrece el hotel de sus ocios,
y tú para siempre entre las pócimas y los filtros.

Por eso te comprendo y me revuelco y me uno al
instante de un perfecto equilibrio; después puteo
y tambaleo y me lanzaría en un alambre-carril
lleno de asaltantes devorados por el sol.

Yo siento que en su caja de caudales está llorando un
pobre niño; el cálido doncel del absoluto, que
a los pobres animales y a los hombres a veces
paraliza en el claro de un bosque.

EL PARAÍSO DEL ESTERO

Me he descubierto en mi propio corazón,
tratando de envenenarme en las vastedades rosadas
de las aguas.
La serpiente era la principal belleza dominante
entre los colores de mi sangre.
La serpiente que ardía en el final de la frescura
de mi memoria, y copulaba con el tigre que
salía intacto de entre los juncos de oro.

Después de todo esto
¿comprenderéis que no pueda decretar definitivamente
ninguna Poética?

EL PUENTE PARA FLORENCIA

Todo se olvida.
El rumor es un puente.
El color es un puente.

La mirada de un ciervo que olfatea
un tesoro, es un puente,
y vuela con el ave que se aleja del
invierno natal.
Las comunicaciones estallan en fuego y
transparencia.
Sólo nos queda el puente del olor del
infinito,
la pasarela para el tigre de los sueños.

EL TREN MARÍTIMO

El horizonte con el astro volteado como un
viejo padrillo entre las rosas.
Mi piel de fantasma atormentado por tanta
madurez.
Mi sed de carozo astral donde desangran los
tesoros del mar y de la tierra.

PLAZA DE VIAJEROS

Y dominemos.
Las aventuras tiemblan junto a los
carruajes.
Enderecemos nuestras esclavas hacia el
candor.
Están apostadas como leves mujeres hienas
contra las ruedas de septiembre
y parecen estar corrompiendo el pudor de
un pasajero de alto rango,
un caballero blanco en sus anillos y en sus
ojos.

EL VIAJE DEL LOBO

Un lobo transporta un pedazo de amor muerto,
lleva en uno de sus ojos acostada también a la
amada.
¿Será porque cuando es tarde ella se pudre también
en la extático?
¿O porque el viaje es bellamente tierno en los ojos
del lobo?
Ah, lobo, sentado como un señor de ojos de fuego en
la berlina,
corrompe con tus pupilas la espalda jorobada del
postillón que babea.
Una bella santa y bárbara en la colina despide a una
idea,
con los caballos del recuerdo arranca hacia la
perfección de la tierra,
las ruedas giran dirigidas por la caridad de estos seres
de infierno.
Postillón, oh hermano de su casa, ah perro que boquea
la peste del desamor entre sollozos.
Ah lobo de pecho raso, dirígelos con la ternura de tus
dientes.
La criatura ha combatido todo el año con sus vestidos
que se pudren.

(�El pequeño patíbulo�, 1953)

FUERA DE HORARIO

Las máquinas del transporte automotor se
desnivelan en mi alma
y tú tienes que corromperlas con tu gracia.
Guitarrera dormida en los planteles junto a
mi ventana, acostúmbrate a que quiero
viajar siempre con el origen del amor
en mi pecho,
junto a la tolerable delicadeza terrestre de
los trenes.

LA BOCA DEL MUNDO

Las cosas tienen un mulato carnero que las araña y
las transforma.

Tienen un santo salido de un pantano que nos ahorca
en los amaneceres de la sed.

LA FANTASMA

Es el aire ferozmente acariciador, el aire de la
muerte.
¿Y la Poesía?
Pasa en un gran vagón que sale de los esteros.

Aparición duerme

El invierno es de fuego y alumbran las linternas
de Osa, las líneas del Diablo y el cuento de la
selva en los ojos rasgados de topacio de la bella
Aparición.

Yo he encontrado unos rastros del azar,
unos razgos luminosos y heridos,
fantasmas del poder y de la delicadeza.
Oh viajeros de la leyenda del amor,
yo canto mi canto para un rostro,
para un paso de luto solar,
para una ligereza de labios con el sol de la muerte.

(�El delito natal�, 1963)

LA LLEGADA DE UN JAGUAR A LA TRANQUERA
(1977)

Desciende, agua criolla.
Paraje, desciende, ¡pero muy bien montado!,
con apero del oro de las guerras
y los rodeos en llanuras gateadas.

Espartillo, áspera y delicada cabellera del
terror correntino,
canta tu canción de hada de llanura.
Desciende, palmeral del borde del estero,
para beber la luminaria caída de la tormenta
de la raza.

Entrégate, oh el antiguo, ex — guerrero, ahora
cuatrero, vengador de la estancia delicada,
solitaria en el llano del llanto, llano del
aguacero, y pon tu estribo de oro y de reserva
para bajar a beber miel y estero:
Que ha llegado un jaguar a la tranquera.

(Inéditos, 1975-1977)

LA SELVA LIVIANA

El sonido de un tren que se ahoga en la
catarata de las hojas.
Al fondo de la selva liviana y los cocoteros
se hunde el nivel del llanto,
el peso entero de los sueños
Peso entero del saco de perfume de la gracia,
estoy entre la espada del paisaje y el
ladrillo caliente del olvido,
viajando con un ardor de joya y sangre.
Escuchando el aullido de mi candor: mi nueva fiesta.

2

A paladas silbatos.
El tren se encierra en sí al borde de los
esteros nocturnos.
Su polvo ciudadano tiene miedo a la gran
humedad de la tierra,
al aire cálidamente eléctrico,
a los cisnes del negro vapor nocturno de la
herida del mundo.

3

La imaginación arde envuelta en las ruedas
de un tren desorientado.
Bananas y bananas caen al aire.
Una mujer desnuda una escopeta en un templo,
roe lentamente en el anillo de su corazón.
Frutera de la desgracia, frutera del destino.

LA TENTACIÓN Y EL AGUA

La yegua sagrada, levantada por el fuego central,
levantada por el celo del agua, el esplendor de
los cabellos, la boca ensangrentada.

Un golpe de saliva barajada se dispersa por su sangre
y sólo tiembla frente a los captadores del día.

Esta bestia, este virgo de mariposas y mareas, provoca,
sin dolor, al aire reo del corazón que es el aliento
de los vivos.

LÁGRIMAS DE UN MONO

Yo quiero cautivar tu desesperación, oh mono
adiós.
Tiemblas tanto en tus islas negras, oh mono
adiós.
En los embarcaderos el color encendido en tus ojos
tiene tanta fe.
Oh mono, retén el equilibrio de tu asombro.
Yo ya tiemblo en tus islas, mono adiós,
Tu odio virginal es idéntico a cuando se cruza mi
alma con el mundo.

LAS JAULAS DEL SOL

¡Oh niño de la siesta, sentado hasta en el aire de tu
odio!

Lujoso y verdadero rey del hambre que incendia, que
destapa, que acomete hasta en el velo natal el
arcoiris de calor su gran serpiente, su gran corriente,
su profesión de ser arrodillado que se lanza porque
así lo quiere el agua, las comarcas subidas a
las hojas, todo lo recogido por las palmas por su
gran alimento, su corriente de dios, su arrancamiento
del seno de las joyas-mujeres.

Oh mío, pedazo de recuadro del mundo, recibido
antiguamente por las fieras: en nosotros se levanta
y camina, pero lo acosa el fuego -¡su velocidad
elimina!- hacia donde resoplamos nuestras galas
de enredos de todos los colores, los olores, los
calores y las grandes pestañas destruidas de mi tigre
en el corazón de una provincia.

2

Vengan allí a la casa del diamante calentado por el
agua, al huerto donde el hombre se recoge para
no caer del globo.

Un día, un paso, un día mil pasos, un bestia sueño,
pero con todos los amores permitidos por su amor.

Ni una pérdida.

No, no, tribu mía de mi raza. Raza de ganancia y de
lujo, acopladora, niveladora para el fuego, tambora
para los vientos dementes que saben adorar.

Tenía un camino de patos y de rezos. Al fondo, el
agua; luego los ojos de los hombres con sus telas
flotando sobre el sol y aquí la misma marca de
globo entre las piernas, ¡y un odio por lo estéril!
Oh madre de todos los amores, ven a mí, adórame con
tus hijas.
Tiernísima del bosque, ven a mí, yo tengo una bolsa
de fuego cautivado por los gatos monteses pegada
sobre el labio,
¡reviéntame en tu olor!

Cortina de cuero y olor a ojos de infierno matándome
en el bosque.
No tienen puerta para huir los amores.
Círculo de sol repleto de pájaros; tranquilidad de
María, la mecedora de la tarde.

(�Las jaulas del sol�, 1960)

LOS CORREOS NATALES

¡Comprensión en el coraje del país!

País, oh visita de la suerte, en el aire rodando con
un alcor celeste del amor.

Nadie pregunta nada, pero los mandingas del paisaje
preguntan por tus ojos.

Coraje y color para tus mujeres que germinan en la
aurora más roja.

La tierra es un torbellino de la carne, una invasión
del hervidero del corazón.

¿Tomar sol con los animales sería la ley de las
mañanas?

LOS VIAJES REALES

Sólo los amores podían reclinarme sobre su propio
arpegio real de inocencia y de incendio.

Los fuegos de las graciosas tristísimas cuyo rostro se
enciende y se apaga a la entrada de los túneles
con puertas de manzanos.

NUEVA ARTE POÉTICA

No soy el espectral, ni el sangriento, ni el cautivo, ni
el libre, ni el trompudo de labios de lata, ni el
acordeón del mal-ayer, ni la blancura del futuro,
ni el bobalicón del espacio, ni la academia de los
astros, ni el planetario de las correspondencias.
Yo soy aquel que tiene los deseos del celo de la tierra.
Aquel que tiene los cabellos del lado del amor.
El peinador de los pocos retratos de desgracia.
El cacique de la boca arrojada sobre el lecho de la
mujer que sangra.

¡Manantial para mis heridas!, que no son más que
cosas de hadas.
¡Buen beber para mis ojos!, que no son más que sombras
de desgracias, devueltas por el agua.
¡Loor terrestre a mis amigos y hermanas con temblores
de bocas de duraznos, besadas por el agua!

PLAZA DE VIAJEROS

Y dominemos.
Las aventureras tiemblan junto a los
carruajes.
Enderecemos nuestras esclavas hacia el
candor.
Están apostadas como leves mujeres hienas
contra las ruedas de septiembre
y parecen estar corrompiendo el pudor de
un pasajero de alto rango,
un caballero blanco en sus anillos y en sus
ojos.

POSTA DE PAJONALES

Acuerdo con mujeres de llanura:
encendimos fogatas de caridad de
agua
para dar sombra a los árboles de
Santos Vega, que sonreía a
Rilke, y a Rimbaud le cedía su
caballo.

¡Pajonales del sueño
donde flotan (ellas) las aguas!

REHÉN DE LA COLINA

Oh candoroso embriagado entre loros,
entre isletas subiendo hasta el nivel de la
colina,
canta en tu boca el canto ardiente de otra boca,
y cuando la sangre sube hasta tus ojos es
porque están quebradas todas las fulguraciones
del sollozo en tu pecho.
Canta, viejo rehén de la colina.
Arde, candoroso de alcohol, que con palmas
salvajes tienes hijos que retornan al viento,
al gemido del clima ene l olor áspero y cruel de
las arañas del estero,
en aquel paisaje de cristal desprendido del fuego.

2

Asombra al mundo en un paisaje de enero,
oh demente,
oh luz de la humedad.
Ah colgado sediento de unos ojos,
duerme, duerme, bajo la luz del padre al otro
extremo del poder y la delicadeza.
En tus ojos la berlina del viaje amarillo arde
helada.
Beso tras beso el pasajero toca la raya de ácido
caliente del retorno.
Sé piadoso con el otro límite de tu fragilidad,
padre aletargado por el sol,
presión de la locura de una tierra suspendida en
la tela del agua y del fuego.

RETIRADA

Arde el mar, y allá, lejana, una
vasta llanura donde canta el
yacaré amarillo.
Servidas están todas las lagunas
celestes,
el sudor canta en las habitaciones
de palmeras,
cargándome el rostro de loros.

2

Vuelven de aquel mar mis cabellos,
pero no vuelve la mulata de blanca
llamarada,
abriendo los ojos rojos de verano.
Lejana, en el subtrópico del yacaré
amarillo oigo cantar mi canto
contra la ofrenda de mi sangre.
Mi canto canta contra mí.
Mi canto de caballería suicida
nadando en los tembladerales.

RIELES BORRADOS

Uno de esos grandes trenes cargueros abrazados por
las lonas, vomitando un celeste desequilibrio.

Un tren que se sepulta cuando ama los terrosos países,
corre por las orillas del invierno en verano.

Esta jaula de gritos que arde y se entierra en las
colinas con su propio valor de viajero cautivado
por la vida, y sobre todo, arrasa como nosotros:
arrollado en su espalda con sus gritos tristísimos.

SE ES POETA POR UNA AMPLIA SONRISA DE LAS AGUAS

Se es poeta por una amplia sonrisa de las aguas. 2

Cuando se definen las Estaciones también se define el
corazón del hombre. Y el color, el que produce
el fuego, se estaciona con la temporada.

3
Un porta debe cantar, y nada más. Y cuando tenga que
elegir �entre la nada y la pena�, elegirá la roja y
fulgurante movilidad de la poesía.

(�El asaltante veraniego�, 1968)

SOCIEDAD AL NATURAL

1

En la naturaleza más huraña y escondida a veces
se refleja, como en un húmedo cementerio de semblantes,
todos los movimientos de las ciudades supercivilizadas.
Un olor a miserias de Estafas inferiores se pudre
en el atardecer acuático, bordador de serpientes.
En las arañas de los juncos crece y llora un mendicante
corazón de amor, y un ardor de mujeres estropeadas
por una fiebre oscura se sumerge en el cristal
podrido de la maraña.
Arriba, el trueno canta, pero ya derrotado por el
deplorable amor de estos hombres.

2

Las Estafas vomitaban en la muerte del día, y sólo
las amparaban los pantanos más negados para el sol.
El trueno había caído, pudriéndose en el único
rincón maldito del estero.
Sólo en el techo de alguna palmera el espeso mear
de un tigre se recogía, encendiendo una gran lámpara
que ayudaba a maravillarse a la pradera.

TEMBLADERALES DE ORO

A Alfredo Martínez Howard

El dolor ha abierto sus puertas al agua de oro del oro
que arde contra el oro el oro de los ocultos tembladerales
que largan el aire de oro hacia los rojos
destinos pulmonares con el acuerdo de los fantasmas
de oro coronados por los juncos de oro bebiendo
los caballos de oro los arrieros de oro envueltos
en los ponchos de oro —a veces negro a
veces rojo- y el caballero que repasa las lagunas
de los oros naturalmente populares el que se embarca
en las balsas de oro con todos los excesos de
pasajeros de oro que manejan los caballos de oro
con los rebenques de oro bebiendo en la limetilla
de oro del barro de oro de los sueños de los frescos
del oro entre la majestad de las palmeras de oro
y de los ajusticiados y degollados en las isletas de
oro bajo de yacarés de oro del oro del amor.

(�Tembladerales de oro�, 1973)

UN APARTE PARA TRINOS

A Élida Manselli

Buenas noches, sombra de la manzana,
todo el día canta el zorzal,
alguien me esconde y me devuelve el
cielo,
alguien que como yo canta contra lo
irreal,
irremediablemente cercano y lejano de
unos ríos,
de unos niños,
de unos ojos.

UNA REZA

Reza por la reza de las apariciones ronca por la ronca
de las enterraciones y vuelve los ojos al paisaje
metido dentro de la carne y del fuego del movimiento
humano más real el de pasitos de hombres
en el espacio humillado por sus elegantes desnutriciones,
oh país límpido, intercambiado con tartamudos
y despanzurrados y afeitados por el llano
y asesinadores engendrados en las negras copulaciones
entre ramos y entre santos de orejas casi
naturales, yo exclamo que duermo sobre la arena
caída en la desventaja de mis maduraciones que
sollozan todo el poder del fuego.
Yo, que tengo el alimento más moderno, estoy rastreando
el invierno y las pudriciones de estos llanos.

VOLANTAS JUNTO AL MAR

Las volantas de fuego de la
muerte
sobre el fondo del horizonte
del mar:
Viajeros van mi padre,
los gauchos más huraños,
los esteros perseguidos.