MONEZ RUIZ, MARÍA PAULA
¡PIEDRA, PAPEL O POEMA!
Hoy, imagen y concepto sin su voz.
La memoria se incorpora al juego ingenuo.
Sensaciones nuevas y viejas voces aliadas
a la intrusa imaginación.
¡Piedra, papel o poema! Sobresalto.
No logro reconocerlas.
Me adhiero al juego y contesto: ¡poema!
Y soy�Piedra de papel, papel o poema,
poema que se queda o vuela, sin cortar ningún ayer
con las manos quietas. Sobre la vereda
de mi ser.
ACOMODAR EL PLACARD
Es hora de acomodar este placard,
color por color, en degradeé, como la vida.
Alternar ausencias con presentes abrazos.
Reservar un estante para doblar prolijamente
los tiempos y sus verbos; para que sea más fácil
ordenar lo necesario, en caso de un viaje repentino.
Nunca se sabe� los cambios de estación
descarrilan el tren de las certezas. Por lo tanto:
tener bien a mano una bufanda larga de buenos momentos
y un camisón fresco para las quemaduras lunares del insomnio.
Olvidaba� la reserva de otro estante despejado
para la Poesía
que me ordena.
ACROBACIAS DE SILENCIO
Sé que no pasas mucho tiempo sin posar sobre mí.
Sabes, conoces los trucos de mi espíritu.
Sé de tu mágica y cruda aparición.
Sé que eliges nuevos sitios de protagonismo.
Eres mi viejo amigo, pintor de espejos negros.
Pero callo tu nombre, protejo tu identidad
para no romper mi luz.
Juntos fulminamos el monosílabo grito. Con mueca ilusionista camina la vida.
Y yo� sostengo indescifrables
acrobacias del silencio, añicos de mi carne.
Mientras la cuerda afloja, desapareces
conmigo a cuestas. Iluminándome.
AL ACECHO DE TU LUZ
Cierro los ojos cuadrados de mis ventanas,
deslizo mis vendas. Luego, despierta, sueño
que la oscuridad me bosteza y amanecen suspendidas
sábanas desiertas, estrellas de arena.
Ventanas, sábanas, sueños, deseos.
Vivir o soñarse. Despertar o dormir.
Depende de tu tiempo
depende del tú, depende del mí.
A la muerte ni le importa. Pero te mira.
Vivas o sueñes, duermas o despiertes
siempre está al acecho de tu luz.
Sea de noche o de día de repente dice: TÚ.
Y de repente nada más de ti
ni de mí.
ARTE POÉTICA
Descubrirte� creando. Crearte� desnudándote.
Sentir desde la nada, la vida
Y comenzar el camino desde cero, sin cuerpo.
Dar vida a un color, iluminándote la piel.
Sostener al alma, a tu ser caminante
cuando repleto de encrucijadas
vuelva al hueco de la luz, la poesía madre.
Que ella te cree. Que ella nazca en tu sed.
Que las huellas de sus dedos, tu escritura y ella
sean lo mismo, el mismo camino
de ida y de vuelta, como recién nacida.
Que vista de tu piel, que llore con tus lágrimas
que ría con tu risa, como una madre.
Las madres y la poesía son únicas y eternas.
Viven por nosotros y por ellas somos agonistas
de papel carne, de sangre tinta.
Y vivimos
gracias a ellas.
BANQUETE
Cenaba el alma, vino de rosas, tinto
y una poción de noche con una pizca de rallada plata.
El cuerpo descansaba en paz.
Y los sueños desnudos, en las sábanas
se miraron sorprendidos, porque de todos ellos,
uno, ya no estaba. ¡¿Se lo había comido el alma?!
Banquete Ideal. Inteligencia en la piel.
Platónica crueldad.
BUFANDAS GRISES
Bufandas grises, largas nubes, catarro azul, agua en la garganta.
Húmedo pronóstico de unos ojos a la sombra.
Pastillas de luna doran tiempo de intemperies,
gripe platónica sin apología, sin ayer, con reminiscencias hondas
de un presente de colores borrosos
absolutamente impresionista.
CABRAS DE PIEDRA Y MIGAJAS
¡Cuántas casas construirían los mendigos
Con nuestras caras de piedra en la mirada!
Caras de piedra, millonarias de egoísmo
Casas de piedra, ladrillos y ladrillos
Y pilas y pilas de indiferencia rojiza
A corta distancia de la cara fantasmal de la miseria.
El cielo es un techo muy, muy alto pero seguro
y verdaderamente digno de los ojos también altos
y brillosos del mendigo. Estamos ciegos
bajo el mismo cielo del mendigo, el mendigo nos encandila
y no lo vemos. Y no lo vemos, tenemos
millonarias dioptrías en la negra miopía del cerebro. Y por si el cielo nos mira, razonamos y rezamos sin el alma
con falso misticismo:
El pan nuestro de cada día nos lo damos hoy
y del mendigo nos libramos con migajas
como librándonos de un mal que nos congela las manos
sin frío, sin temblor. Mientras rezamos al revés,
el mendigo comparte las migajas con un gorrión amigo.
Y el cielo los convida con agua y comen, beben y se aman
pájaro y mendigo. Un día, el mendigo dice esta plegaria:
Padre Nuestro ¿estás en los cielos o estás en la tierra?
Ellos� hacen su voluntad, pero yo
yo te busco a vos en alguna mirada.
Mi amigo se ha muerto en el nido de mis manos.
¡Padre Nuestro, no me atrevo a comer
la última migaja de su ala!
CALMA
De tanta ceniza en la garganta se le había secado la voz.
Inútil el intento de hacer buches de ausencia
con lo claro de la nada.
En vano el retrato como estímulo o el cierre de los ojos
para retornar a su nido de agua y beber el origen de su todo.
Lleva nueve meses de pujos y silencios.
Es posible que hoy la luna llene
de agua bendita su garganta y balbucee
su nombre, dando a luz esta lágrima que quema.
Es posible que yo sea muchas ellas, pero
sólo mi madre, la que alimenta este poema�
Y me calma.
DEL ROJO AL AZUL
Péndulo sensorial, progresiva memoria.
Memoria pendular, campanadas de historia.
Historia pasada� futura
e historia presente que dura, que posa.
Vértigo de pisar el vuelo, del rojo al azul
del azul a la sombra, de la sombra a la luz
la luz de mi historia, la campana afónica.
Péndulo sensorial. Paz� azul, roja
que posa, que dura�
Y te devora.
HAMBRIENTA, DESNUDA, DESCALZA
Hambrienta, desnuda, descalza
alimenta, abriga y sabe, dónde aprieta tu zapato.
Mendigo Real que me coronas con el pan de la palabra
con el manto de tu sangre y un alado bálsamo
para el paso en llagas. Ave que anida en los vacíos de la piel
y la piel se ilumina de cosquillas celestes. Teñida de violeta
la sangre riega nidos de sonrisas detenidas, urgentes.
Ella� la Poesía. Alguien, me llamará poeta, pero Ella es quien me bautiza cada día, cuando ambas nos bañamos
en el agua de la Luz, cuando la Luz nos rescata y nos regala
¡una estrella que tiembla, detrás de las palabras!
HASTA EL PRÓXIM VAIVÉN
Manos tibias de espera, mecen la hamaca verde.
Respiran
ámbar memoria de vainillas.
Miman, acarician,
los opuestos, las alas del ir y del volver.
Luminoso, el eje del tiempo y del sosiego
las coloca en posición de rezo
hasta el próximo vaivén.
HIJO
Hace tanto tiempo que sueño con imaginarte
Hijo� hijo que alguna vez, serás mi sangre.
Al calcular tu tamaño entre mis manos, sabes,
¡se ha entibiado el aire y acercándote con ellas a mi pecho
mi corazón palpitó. Como besándote.
He soñado con tus ojos, que ya me miran
desde lo infinito de tu alma y aunque no sé el color
cuando me miran, los míos ven todo con areola blanca.
He soñado con tu pelo que peinaré con peine de mi aliento
Si eres niña, te pondré un moño hecho de besos
Y si niño, un rizo con forma de velero. Niño mío
he soñado con tus pasos. Hasta mis brazos se extendieron
dije: ¡vamos! Y cuando te aproximaste a mí, yo vi la vida
¡mi vida caminado!. He compuesto para cuando vengas
un arrullo que tendrá la melodía de mi sangre
porque te cantaré diciendo solamente
�descansa, amor, descansa, soy tu madre�.
¡El sólo pensar que alguna vez mi carne podré tocar y ver
cómo, una ronda de niños me toca sin tocarme!
¡El sólo llamarte hijo, tan amado, Dios mío, sin serlo
ya soy madre!
Oh hijo� con tus sueños he soñado!
HORIZONTES Y HUELLAS
Soplos de viento infinitos encienden y apagan
mi horizonte de eternidades nómades.
Intermitencia resultante de enhebrar como un pez
el oxígeno genuino de un suspiro
mar adentro de mi mente.
Desde lo alto una bolsa etérea cae
sobre mis ojos ahogados y desiertos.
La abro y escapa por ella, un viento superior
que me arrastra hasta el adentro de mi afuera
que me enseña mi costado verde� Respiro.
El horizonte me mira con sus ojos repletos
de futuros presentes.
He partido para volver desde todos mis tiempos.
He vuelto con la ropa mojada y con mi vida puesta
pero nueva.
¡Estrellas en la tierra parpadean la huella de mis eternidades!
Y me quedo, enhebrando como un pez
el oxígeno genuino de un suspiro, mar afuera de mi ser.
Me quedo, exhalando la vuelta de Odisea
y dispuesta a ser, ser otra vez, esta futura vez.
Ésta.
IDEA
�Y cuantos ojos caminen
por las huellas de lo supuestamente imaginado
No llegarán ni a la cima ni al castillo.
Yo� que escalo y habito y habito y escalo, vacíos
piedras, laberintos de nidos, soy apenas eco,
eco del brillo callado de la Idea.
Soy apenas idea, idea del eco que ensordece
mi mano peregrina, cargada de palomas.
Soy lo supuestamente imaginado en cada pluma
Detrás de mi vuelo, detrás de este instante
que no devora la idea de mi Idea� me suma.
O simplemente sostiene
mi mano peregrina, cargada de palomas.
LA “M” DE MAMÁ
La �m� de mamá se halla en la primera sílaba de la palabra hambre.
Y suena como comer y pedir pan, ¡probá!
El niño aprende a decir madre y madre equivale a comida.
Pero esa mamá tiene dos hambres:
El hambre de su niño más su hambre.
El niño ha nacido de un vientre con hambre
y el niño y la madre deletrean juntos la primera sílaba
y sienten cosquillas que no causan risa.
Sienten cosquillas en la panza y se imaginan
un ejército de desocupadas hormigas
en su micromundo de laberínticas costillas,
sin cargas de miguitas, sin salida.
La �m� de mamá se halla en la m de mendigo, en la m de miseria y en la m de ¡mío!
enseñamos a nuestros niños nutridos
que el cordero dice ¡meeeeé!
Enseñemos también que el hambre del niño mendigo
es un balido parecido al del cordero
y que se escucha tan sólo mirándolo a los ojos,
o poniendo la oreja encima de su panza
debajo de su siesta, silenciosa de porqués
sin arrorró, sin sonajeros.
La �m� de mamá que equivale a comida
debiera estar encima de mi ombligo, de tu ombligo
y compartir pan y trabajo gritando al unísono:
¡Ya basta de hambre, ya basta de balidos,
ya basta de cosquillas sin risa! Ya basta
¡de corderos niños!
LENGUAJE DERRAMADO
Espera del mínimo sonido pronunciable
en la boca de la piel o la garganta blanca.
Proceso de significantes últimos.
Nacimiento del fruto criminal matando
hasta el sonido silencioso de una lágrima
ahogándose en la sangre.
Palabra piel rojo agua. Lenguaje derramado.
Lenguaje de lo íntimo, íntimamente líquido
y sólo pronunciable, en los labios remadores
de este barco� único.
MAL TIEMPO
El paraguas, del revés, escapaba del mal tiempo.
Ella tenía mala cara y masticaba nubes. Sobre la vereda íntima
suenan castañuelas de lluvia, danza gris.
El paraguas se endereza, ella cambia de cara.
Dos sombras unidas, luminosas
se elevan, cantan, bajo una lluvia de soles.
Bajo una lluvia de soles, el cielo dijo:
¡sí!
ME SIEMBRO
Anochezco, me canto. Lluevo.
Me rimo, remo. Me arrimo a mi orilla
retrocedo, relampagueo, me veo y
electrocuto el negro. Y me quedo fría
pálida de tanto soplar el rojo, la ceniza, el silencio.
Bostezo, me trago, desaparezco y ¡no temo!
No temo que la luna me queme las sábanas, los huesos
Porque está muy alta, porque estoy lloviendo
porque estoy descalza.
Amanezco, me siembro, fructifico. Brillo, me enciendo y al fin
¡te devuelvo, te devuelvo!
Me devuelvo.
PARTO
Tengo la urgencia
de ahuecar las piernas de mi mano caminante
pujar azules y parir la palabra que ilumine
la ceguera de la esencia humana.
Estoy jadeando tinieblas y nubes
trás las rejas de los ojos de la piel. Estoy sangrando.
Sangro porque en este parto de razones y almas
mi palabra nacida es muda, no camina ni conjuga
del Verbo, los plurales. Y es ciega, sólo mira.
Sangro porque el obstetra de mis soleadas lunas
la bautizó llamándola Indiferencia
sin anestesia, sin culpas. Sangro porque la metáfora partera me dejó aquí sola
pujando sobre el blanco, sin azules.
Cada pujo un fantasma de palabras sangrientas
enturbiando el aire, asfixiando realidades.
Bastones blancos y nevados
se toman de mi mano parturienta y nula
derriten mi sangre, congelan el parto.
Y yo�
¡yo parto hacia la búsqueda!
SE TE ESCAPÓ
Con tu capa de sombras y cenizas
espesabas mi aire, zigzagueabas mi vértigo.
Latidos indescifrables galopaban
sobre mi paisaje de posibilidades. Y aunque todo ahora delate que te has llevado
una parte de mis pasos con su vida, voy a confesarte
que te distraje� y jugamos a esconder los miedos
detrás de cualquier tarde, detrás de cualquier árbol.
Muerte: también él te entretuvo mucho tiempo antes de irse
jugando a la escondida con la vida, contando con sus dedos
días de felicidad en escarpines. Finalmente se te escapó.
Corrió. No te lo llevaste. Ni siquiera a babucha, como él a mí
en nuestra infancia rubia, térmica, única
cuando éramos tres jugando a la escondida.
Él nos dijo a todos �¡Piedra libre!�. Y llegó primero,
con su capa de paz, con su amor sin límites
contando con sus dedos los días felices
ahora desde arriba, sin grises, sin piedras.
¡Libre!
UN COMENSAL LLAMADO SILENCIO
Un comensal llamado silencio hace ya tiempo.
Se sienta a la mesa. Tímidamente toma los cubiertos
y se lleva nuestras miradas a la boca.
El agua se agita cuando Silencio la bebe.
Tiemblan en su copa ayeres de cristal.
Los platos lamen bocados de palabras y soportan el corte.
La mesa se retira. El comensal lavará sus restos
hasta mañana, cuando vuelva a sentarse
en el ángulo que duele.