PALAZZO CONTI, TERESA
ANECDOTARIO
A cierta hora,
la noche.
A cierta hora,
el candelabro árido y las sedas.
Tacones
en un insomnio de verso y mariposas;
a cierta hora el desenfreno y la boca pintada.
Aleteo en los senos rebeldes.
A cierta hora terminante
salen en procesión los alguaciles;
en la niebla,
a la hora
sin brillo tu caudal se derrama en mi pelo,
me desviste;
se debate contra mis vendavales.
A cierta hora la oscuridad se burla;
se ríen los encajes y el perfume.
En la cornisa de mi desahogo
un duende desleal
me miente los perfiles de tu cuerpo,
justo,
cuando mis manos
gastan la última ternura.
Inédito, 2017
AYER
Si tú supieras
que ayer fue tan escaso
que ya no tienen luz los pasos viejos.
Que no es un árbol que se mira en brotes.
Si tú entendieras
que ayer fue un día costoso.
Sus horas se vendieron
en pública subasta
por las gradas de un marzo de sal y de ironía.
En la anestesia
que impregnaba mi pecho
no pude recoger hora por hora,
y la evidencia de un crepúsculo insano
manchó el escaparate
donde ardía tu nombre.
Pero tú no lo sabes
porque estabas adentro de la feria,
mientras afuera morían los aguardos
y el minuto de ayer
se deshacía.
Si tú supieras
que el hoy busca en el humo un ascua imprescindible,
detendrías esta farsa
en la lámina intacta de mi espejo,
para no ver
que vuelvo a deletrear un puente
y me visto de nuevo con traje de inocencia.
Pero tú no lo sabes
porque borras las guías
que dejan mis latidos
cada vez que te alcanzo.
De Alegato de mujer / A Woman�s Plea, 2013
COBARDÍA
Una manta colapsa la sonrisa,
desdentada abertura mortal
sobre la carne pálida.
Pájaros abandonados en el regazo;
rigidez en los azahares
de los años maduros.
Una herida en la frente
con la marca fatal de la desidia,
y la soga cobarde en los tobillos.
Goterones viscosos en el suelo;
incendio en la blancura;
las canas y los dedos amoratados.
En un sillón de hamaca,
el abanico sin aire
exhala una historia más;
un cuento de asesinos
en la tinta perezosa del diario.
De Basta de mordazas, 2015
DESTINO DE POLVO
Te busqué en los suburbios,
en barrancos azules
y en el misterio de bretes y tranqueras.
Hurgué entre los acuerdos
de montes y gorriones;
en baúles raídos
y lustres de calzado;
en los escaparates oscilantes.
Tu estampa señorial,
la postura inconfundible de tu caña,
la prestancia de tu compañía.
Esa obstinación por mantenerte erguido
en aquel rincón de juventud
y atrevimiento.
Y respiré la sequedad de los abrojos
bajo un sol delator;
tu calce mágico
y el salto a tientas
en la excitación del camino;
la obra de algún hornero diligente.
Entre lazos trenzados
y algún rebenque inmóvil
adivino tu espuela vigilante
y la seguridad de tu hebillas.
Mi viejo par de botas de montar,
en qué cielo con caballos
volveremos a vernos
cuando se suelte la faja
de mi rebelión
y te afirmes otra vez
a los estribos.
Inédito, 2017
EL DISFRAZ
Esta ciudad es otra;
otra es la impaciencia
y las guaridas con sus amoríos,
los voces caprichosas de los rieles del metro,
la gente desconocida que fabula.
Esta ciudad es otra;
y se ha extraviado el croquis
bajo los pasos irrecuperables;
puros de toda verdad,
verdaderos de todo aprendizaje.
Otro es el caminar sobre el asfalto áspero,
los avisos de cruces y panfletos,
las veredas hermanas de los muros que no tienen memoria.
Se ha cambiado el ropaje para ocultar lo mucho que sabía.
Ha enjuagado las vendas
de todas las estatuas en las plazas,
y ha pintado de negro los faroles.
No sea cosa que vuelvas y me busques;
no sea cosa que en un compás del piano
se despierte tu voz para llamarme.
Esta ciudad es otra,
y en mis ojos,
estrellas de papel
en cómplice refugio de vidrieras
y racimos resecos
de empecinadas máscaras.
Inédito, 2017
ITINERARIO
Noches en blanco;
vientos en la ventana y la paciencia;
la mente en claroscuro.
Y otras noches en negro
atragantadas de sombra y cicatrices
en el poema repentino.
Costumbre casta
en la tempestad del renglón que no me suelta.
Quizá una noche en rojo
para creerme afortunada por un golpe de amor,
tan por si acaso.
Arcoíris indigente
entre la piel y las indecisiones.
Noche segura,
vierte panes de versos
en esta sed que duele.
Alimenta mis búhos melancólicos
en las huestes feroces de todas las nostalgias.
Inédito, 2016
LA DANZA
Ebrios de nada,
como si la flor no fuera flor y el río enrojecido,
una ráfaga de pañuelos.
Ebrios de cielo y luz,
como si no existiera el mal y los pecados,
y la noche sin noche
se cayera a pedazos de sol en la vereda.
Dementes por costumbre,
por si acaso pasara la vida por el costado imperturbable
a salvarnos la pasión y la alegría.
Ebrios por nada;
el vino está cerrado y no hay señales de alcohol
en la intención.
Como si alguien volviera
mareado de sinónimos,
sin los zapatos que ensucian la tierra,
vamos perdidos de violines y columpios,
a distraer las piedras de la jaula.
De Basta de mordazas, 2015
MAGIA NEGRA
Traslúcida
distancia azul,
quítame las sombras
desde donde me mira esa mujer,
la que robó todos los pimpollos
y encerró la porcelana en el cuarto de las muñecas.
Un desventurado maniquí
expulsa pétalos en carcajadas.
Oscurece
y la figura se esconde
en el monstruo,
en la mano ridícula,
en las uñas impenetrables.
Traidora encubierta
en las arrugas,
dentro del diluvio,
en el satén de aquel vestido de noche,
quítame las sombras.
Devuélveme mi espejo.
Inédito, 2017
MENTIRA DE ALCOBA
Su mano me recorre
inquirente y blasfema;
y mi sexo presume
la estampida que alza
campanarios de semen en mi pubis alerta.
De cristal y de miedo es ahora mi cuerpo.
Será apenas un soplo de oraciones y espasmos.
Minúscula y dolida;
pegajosa,
el rencor hace ovillos
en caderas geométricas y vanas.
De súbito me he ido a cargar con la muerte de ambos.
Ya he regado la hierba
de su hombría colosal
y he atrapado el vino más sangrante
de toda su bodega.
Ahora estoy de pie hambrienta de sosiego;
los dientes apretados en la imagen impura;
la sonrisa a los hijos
y el destino de cárcel
hundiendo sus barrotes en la cama.
Entre los arrebatos,
él me sume en la ira
y me saquea,
y el tambor de mi pecho
se revienta de pájaros.
Catedral del infierno,
mi orgasmo se oscurece
en sus océanos,
y ese hombre sin mirada,
ya duerme con el fruto de toda su soberbia.
De Basta de mordazas, 2015
OTOÑAL
El Cristo de las ceremonias
martilló sus últimas lágrimas.
En el lecho de escombros
unas gotas del rosario que se usó para el sacrificio.
El puño indecible, estéril,
y el impacto que violó los espejos.
Duele el zarpazo del león
en la indignidad de las tinieblas.
Mi vientre se deshoja en el monstruo.
Jadeo de presa sometida,
más temblor en la garganta
y un sudor repentino
que me aceita los huesos.
Un reloj miserable
parpadea puntual
cada minuto.
El animal abrió su río subterráneo
y
una ronda de buitres despedazó mi ángel;
la lengua inmóvil,
el repiqueteo de sus espasmos,
y la sangre vacía
perforando este nombre
que ya no me contiene.
De Basta de mordazas, 2015
REESCRIBO
Reinvento la aventura del adjetivo justo…
Justo a destiempo.
Regreso de un poema crucial
que anota en las vigilias
las fechas y las deudas.
Reescribo la palabra costosa en los renglones lineales,
en los escalonados;
en cada precipicio donde se despeinan el cabello y la confianza,
y me enfrento con la madre que fui;
ojeras y cansancio entre los niños;
con la hija que volvía a las uvas en la siesta
bajo la parra noble;
orgullo del verano en aquel patio
de manos agridulces;
orquesta típica
desde una radio que pintaba algún tango de Gardel.
Apenas si toco
los sustantivos en la casa;
las miradas estrictas;
anoto sobre un papel ardiente
la arquitectura de un texto con puertas tan severas,
tan vanidosas
que nunca me explicaron
si entro o salgo
de este trozo de vida
donde veo aquella estampa de pie, con su sombrero,
y el abecedario se pierde
en las crines de un alazán y un cigarrillo inatrapables.
Reescribo en la tierra,
en el pan,
en los candados,
una historia tan profunda
que tal vez sea mentira.
Inédito, 2017
SEPIA
No hubo pancartas donde anotar detalles.
La clara redondez de su vientre en el corto febrero.
Geografía irregular de un tiempo sospechoso y suyo.
Y un calor de verano,
casi gris, indiferente,
en la madre mujer partida y nueva.
Toda verdad en su vientre por mí.
Un todo asombro.
Y su amor para mi despertar una tarde de sol y contracciones.
Aún y todavía,
cada tarde de todo el almanaque,
un nacerme en su grito.
Me parirá otra vez un martes trece de un febrero cualquiera.
Aquí, en el centro de esta fotografía en blanco y negro
que veló las serpientes y los llantos,
en un nuevo febrero,
sospechoso y mío.
Inédito, 2013