RONCHIETTO, ROBERTO
DESIERTO
En este desierto urbano,
tú eres el espejismo
yo, el caminante.
Eres como el manantial
que mi mano no alcanza
para llevar a mi boca
la humedad de tus labios.
Tú eres esa gota de agua
que necesito cada día
para continuar el camino,
alcanzar el brillo de la tarde
sentir que soy parte de
la distancia.
GERMINARÁ LA ESPERANZA
Del páramo a la pradera,
caminan con el cansancio
de los que llevan el peso
de sus sueños.
Detienen la marcha,
abren la tierra con el cuidado del indígena
y posan la simiente
como la unión perfecta de la vida.
Y entre nubes,
los soles les señalan en el horizonte
el hacha inclemente del dinero,
violador de bosques y montañas,
incendiario universal de los montes,
implacable devorador de tigres y de pájaros, destructor de mares,
contaminador del agua y de la vida.
Contemplan el universo
y con el temor del que regresa sobre sus pasos,
surcan el espacio entre el tiempo y la tierra
para renacer en las siete lunas,
que harán germinar la esperanza.
MÁS ALLÁ DE LA NOCHE
En el desenlace del atardecer
apareciste como una escultura
de un templo aún oculto
en la magia de lejanas civilizaciones;
En el espacio temporal del ocaso,
en que las sombras transforman las imágenes,
tus manos dibujaron el círculo del amor,
se aproximaron al tallo de la vida
para cortar la flor
de tu cuerpo de mujer.
Y entonces,
con tu cabellera de selva
navegaste por sobre todas las murallas
para posarte más allá
de la noche.
MUJER DEL MARINO
Tu perfil sobre el mar
dibuja la silueta de la vida,
y tu caminar en la arena
alcanza el horizonte
donde se extravía
melancólica la soledad.
Es tu sonrisa de agua
la que alegra la tarde
mientras la noche anhela
tu presencia.
y la nostalgia me lleva
por los rumbos del marino.
Aquél,
que dejó su cuerpo
amarrado en la mano del amor
en un adiós tan profundo,
que ni la distancia
ni los nuevos puertos
pudieron vencer.
Y de aquella pasión,
sólo queda
ardorosamente atada al recuerdo
la solitaria palmera que abraza la roca
con sus raíces de amante desnuda.
MUJER VENDIMIA
Delgadas, frágiles,
vestidas una y otra vez
hasta alcanzar el anonimato,
tras el velo
ocultan la belleza de sus rostros
como partes de la tierra
que en cada surco
alimenta a la vid.
Con la cadencia de sus cuerpos
cortan los racimos
que posan en la cesta.
Sus voces recuerdan los secretos
de historias pasadas,
que unen las imágenes
de los amores que vendrán.
Como en un juego sin final,
cruzan insinuantes miradas
en la brisa lenta del verano
y la música de la radio
dibuja la coreografía de la cosecha.
En el crepúsculo,
la fatiga sudorosa
cierra la jornada,
y al despojarse de sus atuendos
recuperan identidad.
En el regreso a sus casas,
las palabras se dispersan. Les espera servir la mesa,
el abrazo de la noche,
la entrega del salario.
En el amanecer,
por las alamedas
que llevan a las viñas
caminan para iniciar,
en el nuevo día,
la danza que prolonga
la historia de sus vidas.
NIÑA DEL MAR
Niña del mar
acontecimiento de la vida,
abre tus pequeñas manos,
recoge las caracolas
y regresa.
Deja tus pies de mariposa
en la arena,
que la marca del tiempo
recuerde tu risa.
Que tus ojos grises de diminuta sirena
acompañen los peces de colores
y guíe la barca que lleva tu estrella.
POR LA VIDA
Quizás provengo de un sitio lejano
como el que brilla en el corazón de las galaxias
y sólo poseo la certeza
de que habito en un lugar tan placentero
como si flotara en el espacio
protegido por las estrellas.
Un cordón mágico me une
a un destino que vendrá.
Desde él crezco, me formo
y un inexplicable gozo me acompaña.
Por ahora, no tengo incertidumbres.
Escucho voces y canciones
que me llegan como ondas musicales.
Me invade un involuntario regocijo
que me pone en movimiento.
Y luego,
una dulce, maravillosa sensación de paz
me adormece en la dimensión exacta
de mi pequeña existencia.
Pero aún
no sé contar los tiempos.
Más allá de mi entendimiento
presiento los colores por venir
y sueño con imágenes que empiezan
a dibujarme caminando sobre un sendero
tomado de la mano. De pronto percibo lo desconocido.
Todo se agita, me golpea, me empuja,
alguien pretende quitarme la dicha de navegar
en este íntimo océano.
El cordón mágico no cede,
y mis diminutas manos se aferran
a las estrellas que protegen el destino.
Por fin una profunda calma
rodea mi espacio,
y descubro con certeza que podré contemplar
los rostros con sus voces y canciones,
habitar la vida,
llegar a ser.
SOLDADO SIN NOMBRE
Hoy es un aniversario.
Lo percibo en los pasos y las voces de quienes
con un rosario coronan las cruces blancas.
Sus plegarias resuenan como una letanía
más allá de los acantilados
en la búsqueda de quienes alcanzaron la gloria,
a cambio de la vida.
Yo, que nací entre los rumores de la selva misionera
me pregunto,
cómo llegué a estas sombras
donde me acompaña un viento que templa voluntades
y esta húmeda tierra
con sus primaveras y veranos breves
y la intensidad de sus colores
danzando en el oleaje. Insistente,
la memoria regresa en búsqueda de los recuerdos
de un abril grabado por el fuego,
el furor y la tristeza.
¡Si ya no tengo nombre!
Cómo liberarme después de la derrota
y encontrar el muelle donde la suerte me abandonó
para regresar flotando sobre esta infinitud
y caminar hasta encontrar la sonrisa de mis padres
en el regreso de la tarde,
encarnarme en el espíritu de los pájaros
y volver con mis alas de libertad
a contemplar la isla que me aprisiona.
Al fin, no claudiqué.
Permanezco para recordar la trinchera
donde el pánico se transformó en valor
y me lanzó en la insensatez de la guerra
por la senda de la muerte.
Esta verdad me alcanzó en el atardecer de aquel día,
cuando un dolor de fuego atravesó mi cuerpo,
guardó mi alma en esta lejanía
y me cerró el sendero de la vida
que imaginaba contemplando tus ojos de miel.
Y aquí me quedo,
en esta tierra llamada Soledad
aguardando una luz que anticipe el final.
SUEÑO EN EL CARIBE
Con las luces del verano
despierto en la mañana
y encuentro el mar de tus ojos.
Desde este sueño,
eres la sirena
acunada en las caracolas del tiempo
que me levanta, me conduce
por los pasos del ahora
y siento la arena y la sal
que se filtran entre tu piel
y la mía.
Hasta que la marea lunar
ilumina tu cuerpo
que las olas desnudan a cada paso
y nos arrastra suave
perturbadora,
envolvente,
irresistible,
por la senda esmeralda
que nos une y nos lleva
mas allá de las profundidades
de tu reino de sirena.
Pintas mi cuerpo con los colores de los peces
y me devuelves a la roca que espera
el eco de otro golpe de mar,
y les pregunto por la mujer que me dio esta piel de nuevos tatuajes
el aroma del Caribe
y este dolor de ausencia.
Estoy solo,
mi piel es azul.
TORRENTE FINAL
Deja,
que la fuerza de la tierra
suba por los laberintos
de la naturaleza
y sosiegue tu angustia.
Deja,
que el árbol acaricie la tierra
en otoño
y vuelva a la vida en primavera,
que las flores alimenten las colmenas
para calmar la sed cotidiana.
Deja,
que los pájaros transiten
del ecuador al trópico y contemplen
el transparente hielo
de las cordilleras.
Deja,
que los jaguares sigilosos
caminen en la selva
a la espera de la gran sorpresa.
Deja,
que la esperanza labre la tierra
y aleja tu mano de fuego
que las cenizas no regresan del cielo
ni envueltas en la fragancia de la lluvia
ni en el abrazo del sol.
Deja,
que la magia del Artista Universal
coloree sus árboles de flor,
que transforme el viento
en voces y susurros
y guarde los nidos
que amaron los pájaros del cielo.
Deja,
que la selva apacig�e tempestades
en el paso cadencioso
de la tormenta entre las hojas,
y surjan los ríos
hasta el torrente final
que mira en el mar,
todos los tiempos
por venir.
UN NUEVO ACTO
Mujeres, hombres
niños, jóvenes,
viejos de hoy y mañana
con sus rostros de cansancio
en la pobreza.
Allí están,
participan sin querer
en actos que reestrena la ópera bufa,
como espectadores de fiestas ajenas
creciendo en la certeza de lo inevitable.
Pobres unos y otros,
enfrentados por nada y por todo.
Qué lejanas suenan las canciones
de la solidaridad triunfal,
qué confusa interpretación de la historia,
y qué cercana la sinrazón.
Un fragmento de tierra
define el campo de batalla
piedras y palos se mezclan
en esa resistencia a sucumbir.
Suben al escenario los figurantes,
cotidianos especuladores de la pobreza,
traficantes de la esperanza
villanos de la tierra y el pan.
Un nuevo acto
está por comenzar.
UN POEMA
Tantos poemas,
uno de brumas y amores,
otro que huye de mis manos
y describe tu belleza desnuda.
En el que veo y presiento,
estás vestida de novia.
Aquel que dibuja los pájaros del cielo
me recuerda los mares y naufragios.
Otros que pintan paisajes,
elevan castillos y abaten ciudades,
cuentan las victorias e ignoran las derrotas,
imaginan selvas,
describen tempestades
ríos de encantos,
vírgenes en busca del amor,
madres continuando la vida.
Tantos poemas escritos
con la pasión,
la tristeza,
la paz,
la alegría,
los sentidos,
la fe. Tantos poemas,
uno de brumas y amores,
otro que huye de mis manos
y describe tu belleza desnuda.
En el que veo y presiento,
estás vestida de novia.
Aquel que dibuja los pájaros del cielo
me recuerda los mares y naufragios.
Otros que pintan paisajes,
elevan castillos y abaten ciudades,
cuentan las victorias e ignoran las derrotas,
imaginan selvas,
describen tempestades
ríos de encantos,
vírgenes en busca del amor,
madres continuando la vida.
Tantos poemas escritos
con la pasión,
la tristeza,
la paz,
la alegría,
los sentidos,
la fe.Tantos poemas,
uno de brumas y amores,
otro que huye de mis manos
y describe tu belleza desnuda.
En el que veo y presiento,
estás vestida de novia.
Aquel que dibuja los pájaros del cielo
me recuerda los mares y naufragios.
Otros que pintan paisajes,
elevan castillos y abaten ciudades,
cuentan las victorias e ignoran las derrotas,
imaginan selvas,
describen tempestades
ríos de encantos,
vírgenes en busca del amor,
madres continuando la vida.
Tantos poemas escritos
con la pasión,
la tristeza,
la paz,
la alegría,
los sentidos,
la fe. Todo reunido en torrente de palabras
para acompañar este andar
sobre los nuevos surcos,
encontrar el árbol,
cosechar el amor.
Y es éste,
el gran poema
al que no puedo ascender
que va más allá de mí
y tú en él,
hacia el infinito.
Y TE QUEDAS
Delgada como el viento de primavera
te fuiste incorporando al aroma de la tarde, al susurro de los pájaros habitando los naranjos
al color del día
hasta acariciar con tu piel
los brotes dorados del crepúsculo.
Y te quedas allí,
participando de la vida,
de las presencias,
de la madreselva que abraza el árbol,
de la pared que abre sus puertas,
de la calle que lleva al río
y encuentra el muelle,
donde te espera
un velero sin vela
con su ancla de papel.